La ejecución del proyecto, que ya lleva más de una década de retraso, corre por cuenta de la EBY, en el marco de la figura de “reposición funcional” del sistema ferroviario, afectado por la construcción de la hidroeléctrica.
Mucha agua –literalmente– corrió bajo el puente durante estos más de 10 años de indefiniciones, y en la actualidad se presenta un escenario que no estaba previsto allá por el 2010, como la irrupción de un servicio de transporte interurbano de pasajeros entre Posadas y Encarnación, cubierto por una empresa argentina, que inició el 31 de diciembre del 2014, suspendido momentáneamente, pero próximo a su reactivación.
En este contexto de negociaciones se baraja la ambiciosa idea de instalar un sistema de transporte de pasajeros y cargas que llegaría hasta la ciudad de General Artigas, con una estación multimodal en cercanías al nuevo circuito comercial de Encarnación. Por el momento no está en la agenda, aunque ya hubo algunos planteamientos, de instalar un “tren de cercanía” eléctrico.
Sería más que oportuno considerar esta posibilidad de instalar un sistema de transporte eléctrico, que requerirá su inversión, pero que nos evitará la sangría de importar diésel, cada vez más caro y escaso.
Y a esto sumemos el hecho de que estaríamos materializando el concepto de soberanía energética, usando una energía no contaminante del ambiente, y que producimos en abundancia.
Para que este tipo de ideas se hagan realidad necesitamos –obviamente– de políticas de Estado que alienten el desarrollo del país con una visión integral, a largo plazo, como se hace en las naciones serias.
Y en el gobierno, por supuesto, precisamos de patriotas motivados por el espíritu de servicio a la nación, y no oportunistas que anteponen sus apetencias personales y las eventuales tajadas que puedan sacar en malolientes negociados. Un buen punto a tener en cuenta para el cada vez más cercano 2023.