Muy necesitado del abrazo republicano

La insistencia de los dirigentes cartistas en que el “abrazo republicano” se dará indefectiblemente después de la elección interna del 18 de diciembre revela en el fondo el temor de que no sea así.

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El mentado “abrazo” consistió siempre en la unidad forzada de la dirigencia colorada tras una interna, por más encarnizada que fuera, para asegurar la permanencia del partido en el poder.

El antecedente que hay de una derrota electoral es del 2008, cuando no se dio tal abrazo, como consecuencia de las dudas que sembró en aquel entonces el candidato derrotado Luis Alberto Castiglioni acerca del triunfo en la interna de la candidata oficialista Blanca Ovelar. A eso, se sumó un candidato novedoso de la oposición, el exobispo Fernando Lugo, en alianza con el PLRA.

El cartismo percibe ahora que el escenario puede volverse muy adverso, mucho más tras las recientes revelaciones de movidas económicas de las empresas de su líder, Horacio Cartes, vinculadas a una compleja red de lavado de dinero.

La estrategia cartista es mostrar como candidatos para el 2023 caras jóvenes y amables, como Santiago Peña y Pedro Alliana que de tan novedosos no parecen colorados, en particular Santiago Peña, que de hecho era afiliado liberal.

Ambos tienen en común además el hecho de deberle sus breves carreras políticas y sus cargos a Horacio Cartes. Ninguno de los dos ocuparía los espacios que ocupan, Peña candidato a presidente de la República y Alliana presidente del Partido Colorado y de la Cámara de Diputados, además de candidato a vicepresidente, si no fuera por la decisión de su líder de ponerlos ahí.

El cartismo juega a que estos candidatos de fachada hagan olvidar a su eventual electorado, quiénes están detrás, aquellos que realmente manejarán los hilos del poder en caso de un triunfo electoral, ya que no existe ninguna posibilidad de que tengan autonomía, por no contar ni con estructura ni con peso político propio.

Es factible que el proyecto cartista tenga éxito dentro del partido, dado que el candidato oficialista, Hugo Velázquez, pese a ser un colorado tradicional, no tiene el arrastre y el carisma suficiente. A eso se suma que la maquinaria electoral de operadores políticos pueden ser comprable.

Sin embargo, en las elecciones generales el clima será más negativo para el cartismo. A cualquier candidato opositor, especialmente si es alguien de consenso, le será relativamente fácil instalar un discurso anticartista, por los muchos flancos que ofrece ese sector político.

Esa circunstancia es la que hace que sea imprescindible para el cartismo que haya un abrazo republicano después del 18 de diciembre. Necesita instalar un discurso de unidad granítica y apostar a que la oposición se presente dividida para lo cual incluso puede procurar intervenir, financiando a un candidato que arrastre votos no colorados.

Lo que pase con los afiliados colorados también será clave. Aunque hubo otros tiempos de fuerte división interna, como nunca ahora se hacen públicas las diferencias entre el cartismo y el oficialismo. Por lo bajo, algunos dirigentes republicanos señalan que el proyecto que encabeza Cartes no tiene nada que ver con el coloradismo.

Hugo Velázquez ha dicho y repetido que en ningún caso se abrazará con Cartes, luego de las internas. Si esa predisposición se confirma finalmente y es imitada, el escenario será muy complicado para el proyecto cartista.

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