Stronismo, oviedismo y ahora cartismo

En su pasado reciente, la Asociación Nacional Republicana, Partido Colorado, cayó dos veces en manos de personajes autocráticos que lo utilizaron para sus fines.

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Alfredo Stroessner lo uso para perpetuarse en el poder hasta donde pudo. Lino César Oviedo lo intentó, pero los nuevos tiempos de la historia le jugaron en contra.

En este periodo que nos toca, aparece en el Partido Colorado un nuevo actor con las mismas pretensiones autoritarias: Horacio Cartes.

De Stroessner, algunos colorados, como Epifanio Méndez Fleitas, decían que tenía secuestrada a la ANR. En 1987, la corriente militante stronista tomó la Junta de Gobierno y creó de hecho el Partido Stronista que pretendía instalar una suerte de dinastía hereditaria, poniendo a Gustavo Stroessner, hijo del dictador, como su sucesor.

En 1989, hubo una reacción interna colorada. Un golpe militar, unido a la coyuntura internacional desalojó violentamente al stronismo.

El periodo democrático iniciado con la nueva Constitución de 1992, estuvo condicionado por la intromisión de un personaje de baja estatura y grandes ambiciones: El Gral. Lino Oviedo, quien se declaró padre de la Democracia y, con amenazas de golpe de Estado tuvo en jaque al gobierno de Juan Carlos Wasmosy y a la ciudadanía en general durante la mayor parte de la década del 90.

Oviedo fue sindicado en 1999 como el autor intelectual del crimen del vicepresidente Luis María Argaña, huyó a la Argentina y luego volvió para crear su propio partido: Unace, independiente ya del Partido Colorado. Luego, este partido oviedista prácticamente desaparecería con su muerte.

El desgaste de la ANR, la unidad de la oposición y un candidato de consenso, Fernando Lugo, hicieron que en 2008 el Partido Colorado saliera del poder, luego de 61 años ininterrumpidos.

La codicia y la inconsciencia de algunos dirigentes colorados hicieron que se les ocurriera entonces ofrecer en bandeja su partido a alguien ajeno a sus filas: Horacio Cartes, que no era dirigente político sino empresario tabacalero de gran fortuna y de dudosos antecedentes, con pasado en la cárcel por evasión de divisas y con amistades internacionales poco recomendables.

El personaje se impuso en las elecciones haciendo un derroche de dinero. Manejó el gobierno como si fuera una empresa privada, al punto de colocar a sus gerentes como ministros

Durante su gestión, Cartes hizo evidente su desconocimiento de la doctrina colorada y su profundo desprecio hacia el partido, imponiendo como presidente de la ANR a un dirigente desconocido entonces, sin grandes méritos intelectuales o de militancia partidaria y cuya mayor virtud era una lealtad obsecuente.

A esta altura, es evidente que el cartismo es un proyecto político-empresarial que busca perpetuarse. A diferencia del stronismo y del oviedismo, que para capturar el poder utilizaron la represión y persecución política -en un caso- y un liderazgo mesiánico en el otro, el cartismo obra copando paulatinamente las instituciones, en particular la fiscalía y el Poder Judicial, usados como un garrote para chantajear o sobornar a sus adversarios, apoyado además en su gran poder económico.

La pregunta que flota en el ambiente es si el Partido Colorado en particular y la sociedad paraguaya en general tienen actualmente los anticuerpos para deshacerse de esta nueva enfermedad que la amenaza.

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