Son varios y vamos a repasar los más relevantes de ellos. La razón principal por detrás del conflicto en Ucrania radica indudablemente en la decisión de la OTAN del 12 de marzo de 1999 de iniciar la expansión hacia el este, violando así los compromisos asumidos al momento de la reunificación de Alemania de que “la jurisdicción militar de la OTAN no avanzaría ni una pulgada hacia el este” (secretario de Estado de los EE.UU. J. Baker, 9 de febrero, 1990). Desde entonces se produjeron cinco olas de la expansión de la OTAN y ahora tanto en Bruselas como en Washington se está analizando admitir a la alianza a Suecia y Finlandia – países tradicionalmente neutrales. De hecho, la OTAN ya rodea la parte europea de Rusia desde los mares de Barents y Báltico en el norte hasta el mar Negro en el sur, formando un arco de más de 3.000 km. Esta situación planteó “un peligro inminente” a los intereses vitales de la seguridad nacional de Rusia.
Otro paso que condujo a la crisis actual en Ucrania fue el incumplimiento por parte de la OTAN de sus obligaciones contenidas en el Acta Fundamental Rusia-OTAN que atañen al no despliegue de contingentes militares significativos y armas ofensivas en el territorio de los nuevos miembros de la OTAN. En 2004, Washington decidió construir en Europa del Este las instalaciones del Sistema global de defensa antimisiles (ya construidas en Rumania y Polonia) que poseen la capacidad de doble uso: tanto para protección contra misiles como para ataques contra el territorio ruso. Desde 2014, se han desplegado contingentes militares y armas ofensivas de la OTAN en todos los países miembros de la alianza que tienen frontera común con Rusia. Cabe mencionar también que por iniciativa de los Estados Unidos durante los últimos 15 años, el sistema de control de armas en Europa ha sido prácticamente eliminado.
El tercer factor que desencadenó la crisis actual en Ucrania fue el golpe de Estado en Kiev, que se llevó a cabo en febrero de 2014 con el apoyo organizativo y financiero directo de Washington y Bruselas. Como resultado del golpe, los nuevos dirigentes de Ucrania comenzaron a aplicar una política exterior e interior antirrusa, mientras que los países de la OTAN iniciaron inundar militarmente este segundo país más grande de Europa sin concederle la adhesión formal a la alianza. Estos acontecimientos de las dos últimas décadas en Europa han creado una situación político-militar muy peligrosa en las fronteras occidentales de Rusia. Llevamos ocho años intentando encontrar una solución política y diplomática: mantuvimos numerosas negociaciones tanto con la OTAN como con sus miembros principales, elaboramos los “Acuerdos de Minsk” para resolver la guerra civil en el este de Ucrania, tratamos de reactivar el sistema de control de armas. Todo en vano. El último intento diplomático se produjo en noviembre-diciembre de 2021, cuando Moscú ofreció a Washington y Bruselas garantías jurídicamente vinculantes de no agresión contra Rusia y nuevamente recibió un rechazo.
Al ver la información que se publica actualmente en los medios de comunicación y en las redes sociales del “Occidente colectivo” en relación con la operación militar de Rusia en Ucrania, no se puede evitar recordar la conocida frase “La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”. Los medios de comunicación occidentales difunden constantemente flujos de mentiras y desinformación en el espacio informativo internacional, silenciando los hechos obvios sobre la responsabilidad de Occidente en atizar la crisis ucraniana. De forma similar a como actuaron los propagandistas de la OTAN en Yugoslavia y en Siria, se lanzan constantemente los vídeos montados, abiertamente escenificados.
Sin embargo, la verdad no es la única víctima del conflicto ucraniano. La guerra económica y financiera lanzada por los países occidentales contra Rusia está provocando una recesión en la economía global que afectaría en primer lugar a países en desarrollo. Las acciones de Occidente también están teniendo un impacto negativo en la economía de Paraguay.
Desde que EE.UU. prohibió las importaciones de los recursos energéticos rusos los precios del barril de petróleo han alcanzado un pico de 130 dólares. Entre febrero y abril de este año, los precios de la nafta en Paraguay subieron una media del 20-25% y del diésel – una media del 25-30%. La negativa de las empresas europeas a transportar mercancías rusas ha provocado la escasez de fertilizantes minerales en los mercados mundiales. En el primer trimestre de 2022, el precio de fertilizantes en Paraguay se ha duplicado con creces, pasando de 550-600 dólares a 1300 dólares por tonelada.
La exclusión de Rusia del sistema de pagos SWIFT y la interrupción de las cadenas de suministro han creado un problema con la venta de productos agrícolas paraguayos, mientras que Rusia consume hasta una cuarta parte de la carne exportada por Paraguay. En el primer trimestre de 2022 los envíos de carne ya han reducido en 8.000 toneladas, es decir, en un 40,1% en comparación con el año pasado.
El Banco Mundial ajustó a la baja la proyección del PIB paraguayo de 4% a 1,5% para el cierre del 2022, el Banco Central del Paraguay prevé que la inflación en el país podría llegar hasta al 10% – y las acciones del “Occidente colectivo” en la crisis de Ucrania contribuyeron evidentemente a estos pronósticos negativos.
Cabría preguntarse ¿por qué los países occidentales se han comportado así, generando una crisis política, económica y financiera a escala mundial? A nuestro juicio, ello se debe a que el período de la dominación global de Occidente que se remonta a hace 500 años, está llegando a su fin. El mundo, donde surgieron nuevos centros de influencia, pasó a ser multipolar. En un intento de preservar su hegemonía en los procesos globales, los países occidentales están tomando esas decisiones que parecen descabelladas.
(*)Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la Federación de Rusia en la República del Paraguay.