Ancho Ramírez

En razón de que cumplen setenta y cinco años de edad, terminan los períodos de Alberto Ramírez Zambonini y de María Elena Wapenka como ministros del Tribunal Superior de Justicia Electoral, creando dos vacancias que deben llenarse en un año muy complicado para los que resulten elegidos, pues es cuando hay que organizar las elecciones generales de 2023.

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Dice el Artículo 275 de nuestra Constitución que el “Tribunal Superior de Justicia Electoral estará compuesto de tres miembros, quienes serán elegidos y removidos en la forma establecida para los ministros de la Corte Suprema de Justicia”.

Y dice el Artículo 264 de nuestra Carta Magna que son “deberes y atribuciones del Consejo de la Magistratura: 1. Proponer las ternas de candidatos para integrar la Corte Suprema de Justicia, previa selección basada en la idoneidad, con consideración de méritos y aptitudes, y elevarlas a la Cámara de Senadores para que los designe, con acuerdo del Poder Ejecutivo”.

Hasta el viernes 18 de marzo a la tarde, se habían presentado al concurso para formar dos las dos ternas necesarias para cubrir las vacancias apenas nueve interesados, lo que, de paso, habla a las claras del derrumbe de la confianza pública hacia el Consejo de la Magistratura, lamentablemente copado por el grupo de Horacio Cartes, por actuaciones tan burdas y groseras como las que ubicaron a Sandra Quiñonez y a César Diesel en sus actuales cargos.

Ya nadie cree en los concursos del Consejo, los amaños que elevaron a Quiñonez y Diesel son un camino sin retorno de descrédito público, el Consejo está muerto y los muertos no suelen resucitar.

Cartes mata siempre dos pájaros de un tiro: Instala en la Corte, en la Fiscalía, en el TSJE, a sus adláteres y esgrime después esos mismos concursos amañados con los que los instaló como causal para forzar una reforma de nuestra Constitución, como lo confesó días pasados a la 730 AM radio ABC Cardinal, su nuevo compañero de ruta, Hugo Fleitas, gobernador de Cordillera.

Ahora, la instrucción de Horacio Cartes a sus dóciles en el Consejo es sentar en el TSJE a Juan Bartolomé “Ancho” Ramírez, su compañero de muchos años, su amigo de la vida entera y su fiel aliado político.

Tan seguro está Ancho de que la mayoría del Consejo obedecerá como siempre a Horacio, que hasta ya renunció a la banca que tenía en el Senado, desde la que le sirvió con notable diligencia.

Y tan segura está la gente de que nominarán a Ancho que ya casi nadie gasta su tiempo en estos “concursos”.

La mayoría cartista del Consejo es inmune a la crítica social desde siempre y quienes esperen que la vigilancia ciudadana la va a desviar de su propósito de complacer a Cartes, se equivocan de medio a medio. No digo que no debamos redoblar la vigilancia ciudadana, digo que ella será insuficiente y que hay que sumarle la impugnación ciudadana de los candidatos de Horacio.

evp@abc.com.py

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