El Partido Colorado es el de mayor caudal electoral, y pese a todos los reproches que se le pudieran hacer, aun dividido creció de manera exponencial ante la fragmentación cada vez más notoria de lo que podríamos llamar “oposición”.
Por caudal electoral y por ser partido de Gobierno, la ANR marca pautas y tiene una enorme responsabilidad: la conducta de su dirigencia influye para bien o para mal en la República. Desde el fin de la guerra civil de 1947, la corrupción ha venido siendo un estigma creciente en el Partido Colorado. Se podrá aducir que tal corrupción ya no es privativa de los republicanos, pero hay que entender que si los colorados, como Gobierno, no hubieran hecho de la corrupción un sistema y de la impunidad una regla, tal práctica no se hubiera extendido hasta las dimensiones que tiene hoy.
Hay colorados que señalan que no habría que generalizar las acusaciones de corrupción intrapartidaria; que existen colorados decentes. Me consta que hay muy buena gente en el partido. Pero pasa que inclusive esta gente buena termina votando por caciques que hoy más que nunca muestran su hilacha de inmoralidad.
“A ultranza Py” ha expuesto de manera palmaria, y pese a los reclamos de los colorados no inmersos en la sinvergüencería, que el partido está casi convertido en una sociedad protectora de narcos y corruptos. Basta repasar las galerías de fotos de narcos y ladrones con “las máximas figuras” partidarias de uno y otro segmento interno. El narco ya no compra protección del partido. El narco está en el partido. Y a través de él, llegó a los poderes del Estado y la administración pública.
Es que el partido ha perdido el mito, “la personalidad histórica rodeada de admiración y estima”, y hoy rinde pleitesía al millonario “exitoso” o al que hizo carrera política robando a mansalva en una municipalidad, en una gobernación o en la función central. ¿Sabrá un joven colorado quiénes fueron Blas y Eugenio A. Garay, Ricardo Brugada, Ignacio A. Pane, Fulgencio R. Moreno, Juan León Mallorquín?
“Vivimos en una sociedad sombría. Tener éxito, ésta es la enseñanza que, gota a gota, cae de la corrupción a plomo sobre nosotros”, dice el admirable Víctor Hugo en un pasaje de su novela cumbre, “Los miserables”, publicada en 1862 y cuyo planteo sobre la ética, la política y la justicia tiene vigencia en nuestros dias.
La ANR aspira a seguir gobernando, pero debe recobrar la memoria de sus prohombres y buscar el poder para bien de la patria y no para usufructo de sus claques. Esto va también para los demás.