En la noche del jueves se llevó a cabo un allanamiento en la casa del imputado para concretar su detención, pero él no durmió en su lujosa residencia. Llamativamente, la comitiva fiscal encabezada por Ledesma fue recibida por el hijo de RGD, Fernando González Karjallo, quien vive a dos cuadras del lugar.
Finalmente, el viernes por la mañana, RGD y su abogado Mario Elizeche se presentaron en la sede fiscal y en una demostración de poder exigieron ser atendidos inmediatamente. Pero la fiscal había previsto audiencia recién para las 15:00.
Pero lo más increíble sucedió después en el estrecho pasillo de la fiscalía donde además de Ramón González Daher y su defensor, estaba casi toda la prensa local radial, televisiva y escrita, transmitiendo en vivo, minuto a minuto el caso. De repente apareció la policía que en medio del gentío y en trasmisión directa para la televisión, el intocable, inalcanzable y “hombre fuerte”, RGD, fue esposado y llevado en una patrullera a la Comisaría Tercera que irónicamente está ubicada a pocos metros de su lujosa mansión.
Pero, obviamente, no fue tratado como todos los delincuentes detenidos; él permaneció en uno de los despachos climatizados porque aseguró “sentirse mal”. Desde este instante comenzaron las maniobras para liberarlo y, rápidamente, se llevó a cabo la audiencia de imposición de medidas por el juez Enrique Sanabria, nombre que suena fuerte en Luque y no precisamente por buenas referencias.
Enrique Sanabria, según versiones, sería amigo de la familia González Daher. Incluso es concuñado del fallecido exsenador Óscar González Daher, hermano de RGD. También es conocido por su supuesto injusto desempeño como magistrado donde las víctimas pasan a ser los malos de la película.
Sanabria ignoró por completo la acusación fiscal, los fundamentos respecto al pedido de prisión para el imputado, así como también la condena de 15 años por usura grave y otros delitos que pesa contra RGD, que debido a las innumerables chicanas que plantea su defensa hasta la fecha no quedó firme y ejecutoriada. Además tiene otra imputación del 30 de diciembre pasado otra vez por usura y a esto se suman otras 10 causas penales abiertas. A pesar de todo esto, el magistrado lo mandó a su casa donde ya pudo descansar nuevamente en su cómodo somier y climatizado dormitorio.
Con la decisión del magistrado quedó una vez más patente que para la justicia paraguaya existen ciudadanos de primera y de segunda a la hora de usar la vara.
No obstante, la decisión del juez Sanabria fue apelada por la fiscala Ledesma.
Coincido totalmente con la fiscala Sandra Ledesma en cuanto que “no basta con pedir perdón en nombre de la justicia paraguaya (como lo hizo hace semanas una jueza que condenó a RGD), sino que es necesario demostrar con actos que este país cumple y hará cumplir, sin excepciones, las leyes y la Constitución Nacional”. El mal que hizo este clan en todo este tiempo a muchas otras familias es indescriptible. Y todo lo que se tiene es hambre y sed de justicia, aunque con esto ya no se reponga absolutamente nada.