El matorral que protege al delito

El lunes 29 efectivos de la Policía Turística Urbana de Asunción sorprendieron a ladrones robando cables de la lumínica en la Costanera Norte. Los malhechores huyeron y los agentes no los persiguieron porque “entraron en el matorral” y este era “muy espeso”. Otra metáfora del Paraguay, país lleno de “matorrales” que encubren a delincuentes.

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La jefa de la unidad, comisaria Clara Silva, quien está desde hace dos meses en el cargo, sostuvo además que ya anteriormente habían sido detenidos unos 15 ladrones de cables que recuperaron inmediatamente su libertad y siguieron delinquiendo luego.

Esta es una situación que también hace difícil la lucha contra la delincuencia: la recurrencia en el delito de parte de individuos que tienen numerosísimos antecedentes y siguen libres. Delinquen, son apresados, no hay un proceso rápido, reciben “prisión domiciliaria”, nadie les controla y salen a robar, o a cosas peores. Y, de paso, muchos de ellos amenazan a los policías que los detuvieron. Por otra parte, en las cárceles ya no hay lugares disponibles, sea para prisión preventiva y aun para condenados. Entonces, un policía piensa: para qué meterse en el matorral, para qué arriesgarse. Esto ocurre en el ámbito de los delitos que pueden ser etiquetados de “comunes”.

En los grandes delitos cometidos por gente poderosa, que generalmente tiene protección política, ocurre lo mismo. E incluso hay casos peores. Aquí también abundan los “matorrales” de diversa especie y tamaño.

El sistema judicial, hilando fino, es muchas veces un inmenso matorral sumamente espeso que oculta a una descomunal colección de delincuentes mayores y ante el cual ni policías ni fiscales ni jueces se atreven. Aquí los bandidos mayores o los corruptos totales solo pueden caer si otra fuerza más poderosa se les contrapone y desbroza el matorral para permitir la acción punitiva. Pero puede ocurrir también que las fuerzas poderosas se pongan de acuerdo y pacten ciertas impunidades: hoy por mí, mañana por ti. Mi corrupto por tu corrupto.

Por ejemplo, hoy están tratando de salvar como fuere al gobernador de Central, un caso muy significativo para los colorados. Luego de 26 años de hegemonía liberal, los cartistas buscaron una figura “popular” para pelear la gobernación. Tras fallar el plan A con Rubén Rodríguez, lograron el objetivo con Hugo Javier González. Y hoy sería demasiado ignominioso para ellos que lo defenestraran por corrupto. Y están plantando matorrales en el camino de la intervención del Departamento y de un juicio que aproveche todas las pruebas en su contra. Y como el poder que sustenta a Hugo Javier es el mismo que tira los hilos en Diputados y en la fiscalía, hay riesgo de impunidad. Aunque la fiscalía da signos de investigación, pero está siempre bajo sospecha de que se detendrá ante algún matorral que halle en su trayecto.

Desde condenados que salen de prisión los fines de semana para robar hasta legisladores imputados que siguen votando leyes variopintas: cada cual tiene un matorral que le asegura su impunidad.

nerifarina@gmail.com

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