Después de una gran tormenta nocturna Edson salió a trotar en la mañana y encontró a esta cotorrita indefensa en la calle. La levantó y la llevó a la veterinaria donde no le dieron esperanzas de que viviría.
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Sin embargo, se propuso salvarle, la llamó Atenas y le alimentó con una jerinja, frutas como la banana machacada le ayudaron a recobrar las fuerzas.
Su plumaje, su color, todo mejoró y se acostumbró a subirse al hombro de Edson mientras él camina, la cotorrita va mirando y comentando con sus fuertes trinos desde hace 8 meses.
Pasean juntos por precaución para que no le coma un gato que suele merodear la casa.
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“Atenas es una cotorra argentina, pero aquí la conocen como cotorrita, come de todo, arroz, semillas de girasol, pan, chipa”, comentó.
Aunque en su casa tiene una jaula donde duerme la mayor parte del día anda en las ramas de los árboles. Su única medicación consiste en gotas antiparasitarias en el agua.
Cotorrita habituada a los paseos
Edson estaba acostumbrado a tener aves como mascotas en Brasil por eso no le fue difícil enamorarse de esta ruidosa cotorrita.
Mide 27 cm desde la cabeza a la punta de la cola, su color es verde brillante, su pecho es blanco y el pico es ocre.
Totalmente habituada a los paseos sobre el hombro de su dueño suele entrar a los supermercados y cafés que son pet friendly.
Es una mascota peculiar, que te puede manchar la remera, pero para eso Edson siempre lleva consigo un poco de papel. Zas, zas, y todo queda limpio. Mientras Atenas interactúa con los curiosos que siempre preguntan cómo puede ser que sea tan dócil y no tenga miedo de los humanos.