Los lugares especialmente expuestos al sol, como el puente nasal de un perro, pueden tratarse igual que la piel humana. La veterinaria Tina Hölscher aconseja utilizar un protector solar resistente al agua con un factor de protección solar elevado.
Los animales recién esquilados o las razas caninas como el bull terrier o el dálmata, que tienen el pelaje corto y blanco, corren especial riesgo.
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Si un perro o un gato sufre una quemadura de sol, la piel se enrojece y empieza a doler y picar, los animales suelen hacerse rozaduras y existe riesgo de infección.
Por cierto, algunos medicamentos sensibilizan aún más la piel; entre ellos están, por ejemplo, los comprimidos contra la diabetes y algunos antibióticos.
Las mascotas también corren el riesgo de sufrir un golpe de calor o una insolación bajo un sol abrasador. Por lo tanto, se recomienda evitar los paseos largos en esos días, al igual que los baños prolongados. Es mejor buscar un lugar a la sombra donde descansar y refrescarse de vez en cuando en el agua.