Porque esos cachorros pagan un precio muy alto por su singularidad: padecen una enfermedad que se llama "colour dilution alopecia" o que es conocida en algunos lugares como el síndrome del perro azul.
Los canes afectados tienen un problema en la pigmentación del pelo, según explica la veterinaria Tina Höslcher. Eso hace que tengan un color diferente y que el pelaje sea más débil y se quiebre más fácilmente. La consecuencia es que los perros pierden más pelo de lo habitual.
Lo terrible es que como cachorros son hermosísimos. Las primeras zonas sin cabello comienzan a verse en la pubertad, y a eso se puede sumar la formación de caspa e infecciones cutáneas que muchas veces deben ser tratadas con antibióticos para que no empeoren.
La experta sostiene que el cuadro mejora al tratarlo con medicamentos, pero sólo en el corto plazo. No existe una cura definitiva.
Los amos responsables no deberían cruzar a sus perros sin hacer un estudio genético previo. El test les permitirá asegurarse de que la descendencia del cruce no presentará este problema de pigmentación.