Bruselas retrocede cinco siglos para recrear el recibimiento a Carlos I y su hijo Felipe

Gonzalo García MorenoBruselas, 4 jul (EFE).- La Grand Place de Bruselas, declarada Patrimonio Mundial por la Unesco, retrocede cinco siglos para recrear la histórica recepción del rey Carlos I de España y V de Alemania, en la que presentó al pueblo belga a su hijo y futuro soberano del imperio, Felipe II.

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Entre los edificios iluminados de las antiguas sedes gremiales que rodean la plaza, este miércoles finalizó la primera de las procesiones de unos dos kilómetros que tendrán lugar esta semana en Bruselas, protagonizadas por el carruaje del monarca y los 1.400 actores que representan el fastuoso cortejo que tuvo lugar en 1549.

Por miles también se cuentan los espectadores apostados en la plaza sin miedo a la lluvia que acecha y descarga estos días del mes de julio.

Diferentes papeles son interpretados cuidando hasta el más mínimo detalle, con figurantes ataviados con ropajes exquisitos y que conocen bien el trabajo de sus personajes, señala a EFE el presidente de Ommegang (palabra flamenca que significa 'paseo alrededor') Brussels Events, Paul Le Grand.

Así, el papel del guardia "lo representa un policía de verdad, el de un marionetista por un marionetista de verdad ...", explica Le Grand.

También acompañan las afinadas trompetas y los tambores, que resuenan cuando se realizan los llamativos bailes con banderas, tanto de los países actuales de la Unión Europea como de los vastos territorios que pertenecían al dominio español.

Los símbolos de cada nación alzan el vuelo y son recogidos con total precisión por los encargados de agitar y ondear sus colores, mientras el público, callado, observa ensimismado.

Miles de aplausos inundan la plaza al finalizar y sólo cesan con la entrada a caballo de la procesión, que arrancó en la iglesia de Nuestra Señora del Sablón, junto con la comitiva real, que escolta al carruaje real mientras porta los emblemas de sus respectivos reinos, como Nápoles, Aragón o Granada.

El monarca desciende de su transporte y entre recibimientos de los más altos representantes de la antigua urbe dirige saludos y sonrisas al pueblo. A continuación, coge asiento.

El maestro de ceremonias y el heraldo acompañan el festejo y se encargan de narrar lo que sucedió, mientras que un bufón divierte al público con muecas y gestos.

Bajo la atenta mirada de un ayuntamiento de Bruselas testigo del desfile original, miles de personas celebran el Ommegang, que pese a estar dedicado a recrear este monárquico encuentro con el pueblo, cuenta con un origen distinto.

Reconocido desde 2019 como Patrimonio Mundial de la Unesco, comenzó a celebrarse a mediados del siglo XIV como una romería en honor a Nuestra Señora del Sablón organizada por el gremio de los ballesteros.

Con la llegada del monarca nacido en Gante en el 1500 y su hijo, el futuro líder del "imperio donde nunca se ponía el sol", la ciudad decidió recibirles con su famosa procesión de Ommegang y de la forma más espectacular posible.

Aunque no fue hasta 1930 cuando el Ommegang se reformuló y se enfocó en representar fielmente cada año aquella bienvenida.

A los festejos, que se representan este año el 3 y el 5 de julio, le acompaña una feria medieval del Renacimiento del barrio de Sablón, una representación de época donde cirujanos, barberos, herreros o forjadores del siglo XVI abren sus locales al público entre el miércoles y el sábado de esta semana.

En esta villa efímera es posible estremecerse con duelos entre caballeros o aprender acerca de la vida civil y militar de una compañía de mercenarios del siglo XV.

Como ocurría por aquel entonces con las celebraciones, artesanos y comerciantes renacentistas de toda Europa se han instalado en el poblado para ofrecer a los interesados una amplia gama de productos.

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