Mulino asume la presidencia de Panamá sin "chen chen" ni olvidar a su "amigo" Martinelli

Ana de LeónCiudad de Panamá, 1 jul (EFE).- Sin el "chen chen" (dinero) que promete, y sin olvidar tampoco a su "amigo" el expresidente condenado por corrupción Ricardo Martinelli, que lo catapultó al poder, José Raúl Mulino asumió emocionado este lunes la presidencia de Panamá en una tranquila ceremonia que dio pie a su primer acto como mandatario.

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El acto, en un cerrado centro de convenciones en Ciudad de Panamá, no sufrió mayores contratiempos además del retraso a raíz de la juramentación de los nuevos diputados en el Parlamento, antesala legal a la asunción presidencial.

Mulino, un experimentado político de 65 años, recibió la banda presidencial, diseñada en Colombia por el sastre colombiano Luis Sebastián Delgado, que confeccionó también la de la expresidenta Mireya Moscoso (1999-2004), entre lágrimas y su familia en primera fila.

Arrancó su discurso diciendo que actuará "como presidente en base a la enseñanza más importante que ustedes me dieron, el amor siempre vence al odio", y lo terminó reconociendo que su "gran sueño" era ser presidente de Panamá.

Pese a ese emotivo inicio, Mulino volvió a dar la imagen de "mano dura" que se ha forjado al enumerar los "problemas" que "solucionará" durante los próximos cinco años a la cabeza del poder, entre ellos el que dice preocuparle más: la alicaída economía panameña.

"El estado de las finanzas públicas es preocupante", enfatizó el nuevo mandatario, que no dudó en hacer una leve crítica al Gobierno saliente al resaltar que "doblaron la deuda, gran parte de ella gastada inexplicablemente en funcionamiento en vez de invertirla en obras para generar empleos y dar soluciones permanentes".

Y siguiendo la línea de sus anteriores discursos, se dispuso a dar soluciones: "Todas las acciones de mi gobierno generarán chen chen", una frase que le sirvió como eslogan de campaña, referida a tener "dinero en los bolsillos".

Rápidamente recurrió a su más significante promesa -y que puede ser su legado si lo cumple-, que es el tren desde Ciudad de Panamá hasta la ciudad de David, cerca de la frontera con Costa Rica, que conectaría de un extremo a otro el país.

Pero además Mulino no dudó en anunciar sus planes de obras públicas, creación de empleo juvenil, y viviendas para reactivar la economía, dependiente de los servicios básicos y trastocada después de la crisis hídrica en el Canal de Panamá, que obligó a reducir el número de tránsitos diarios, y el cierre de la gran mina Cobre Panamá, de la canadiense First Quantum Minerals, que suponía casi el 5 % del producto interno bruto (PIB) del país.

Martinelli, su amigo

En ese extenso discurso de casi una hora, Mulino no olvidó a su "amigo" Martinelli, a quien sustituyó in extremis para los comicios del pasado 5 de mayo después de que el exmandatario fuera inhabilitado políticamente por la condena a más de 10 años de prisión por blanqueo, lo que le llevó a asilarse en la embajada de Nicaragua.

"Me enorgullece haber sido parte de ese gobierno que nos hizo soñar en grande y que el presidente Ricardo Martinelli, mi amigo, lideró en beneficio del pueblo. La receta fue simple: continuar lo que ya estaba bien, cambiar lo que no funcionaba y hacer lo que faltaba", señaló Mulino.

Fue la única vez que lo nombró en su primer discurso como presidente. Analistas aseguran que esa vieja amistad está empezando a fracturarse, pues Mulino ha dejado claro en reiteradas ocasiones que el presidente es él.

Martinelli, recurriendo una vez más a las redes sociales, escribió en X: "Por motivos de la incansable persecución política no puedo asistir ni estar presente en la toma de posesión de José Raúl Mulino, sin embargo, estoy bien representado por mi familia y muchos familiares y seres queridos que me representan y suplantan el día de hoy".

Empezar con buen pie

Entre los asistentes a la investidura se encontraba el rey de España, Felipe VI, y relevantes mandatarios latinoamericanos como el colombiano Gustavo Petro y el costarricense Rodrigo Cháves.

Pero esta investidura ha servido a Mulino para empezar el Gobierno con una de sus alegadas promesas de trabajar para poner fin a la crisis migratoria en el Darién, la selva fronteriza con Colombia por la que cada día pasan centenares de personas en su camino hacia Norteamérica en busca de mejores condiciones de vida.

Minutos después de ser presidente, firmó un memorando de entendimiento (MOU) con EE.UU en el que ese país "se compromete a cubrir el gasto de la repatriación" de migrantes después de que el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, encabezara una misión para la investidura.

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