La huida de Bárbara: una mujer colombiana con miedo a repetir una historia trágica

Eloy VeraFuerteventura (España), 19 jun (EFE).- Bárbara vio cómo las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) disparaban a su marido, de 20 años, y dos décadas después cómo mataban a su hijo de 21. Por miedo a que la historia se repitiera, huyó con su hijo pequeño a España en 2023.

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Esta misma semana, Bárbara, que prefiere ocultar su verdadero nombre, recibió la cita policial para presentar su solicitud de protección internacional en la isla española de Fuerteventura. Sabe que no lo tendrá fácil.

Según el informe anual de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Colombia es una de las nacionalidades con más solicitudes pendientes de resolver, con 30.527.

La ONG, coincidiendo con el Día Mundial del Refugiado que se celebra el 20 de junio, alerta de cómo el 94 % de las personas de este país iberoamericano que formalizaron petición no lograron protección en España, "a pesar de las graves amenazas que sufren activistas y líderes comunitarios", según apunta en su informe.

Bárbara explica que durante meses tuvo miedo a acudir a la policía española y pedir refugio por temor a ser deportada a Colombia. La historia que dejó atrás, y que ahora cuenta a EFE, tiene todos los ingredientes para sentir pavor y optar por huir.

La mujer, de 40 años, es originaria de la región del Cauca. Al principio, su vida en el pueblo era tranquila. Se enamoró muy pronto de su pareja y con 17 años fue madre. Un día, él se fue a prestar el servicio militar. A la vuelta, comenzaron los problemas.

Asesinado por hacer el servicio militar

"Cuando regresan, los grupos armados los tienen señalados y es ahí donde empiezan las complicaciones porque quieren que se alisten en las guerrillas", cuenta.

En diciembre del año 2000, un coche se detuvo a media cuadra de distancia del joven y le dispararon. Horas más tarde, falleció.

Bárbara se quedó sola y con un hijo de seis meses a su cargo. Para poder alimentarlo tuvo que trabajar de reponedora en una gasolinera.

Hasta que la desgracia volvió a golpear a su puerta, Bárbara tuvo tiempo de enamorarse de nuevo y de tener dos hijos más. Mientras ella intentaba vivir en calma, las guerrillas empezaron a tantear a su hijo mayor para reclutarlo. Él se negó.

Un hijo que se negó a unirse a la guerrilla

"Mi hijo era mecánico. Un día se dirigía a hacer un reparo en la moto cuando lo pararon, le quitaron la motocicleta, le dispararon y le mataron", asegura su madre.

"Fue lo peor que me pudo pasar en la vida. Pasa el tiempo y no termino de entenderlo, a veces siento que estoy en un sueño", relata tres años después.

Con el duelo a las espaldas, decidió irse a España para sacar a su hijo pequeño del entorno: "No quería que la historia se repitiera. Ellos van creciendo y llega un momento en el que tienen que decidir si quieren ir a la escuela militar y es ahí donde empieza el entorno difícil", cuenta.

"Cuando me subí al avión y miré por la ventanilla pensé en mi madre, en mi hija y en mi nieto. Me hubiera gustado llevarlas conmigo a Fuerteventura", explica, casi un año y medio después del viaje.

Ahora vive en España, pero las noticias que le llegan por teléfono desde Colombia le hablan de inseguridad y de cartas amenazantes a los buzones de sus familiares.

Bárbara espera que el Gobierno de España acabe dándole protección internacional, aunque es consciente de que "muchas solicitudes son denegadas" y eso le preocupa, porque tiene miedo a regresar.

Con los acuerdos de paz de 2016, Colombia sintió un alivio. Dejaba atrás un conflicto armado muy violento.

Ocho años después, Bárbara cree que el acuerdo "no ha servido para nada, porque la violencia sigue azotando a su pueblo", dice.

Bárbara quiere soñar con un futuro en España, junto a sus dos hijos y su madre. Su hijo pequeño, que ha escuchado en silencio cómo su madre cuenta el viaje migratorio, sueña con ser futbolista en España.

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