La pre-diabetes a menudo no presenta síntomas claros, lo que la convierte en una condición fácil de pasar por alto. Sin embargo, algunos signos pueden sugerir que estás en riesgo, como el aumento de sed y orina. Aunque menos común en la pre-diabetes que en la diabetes, podría ocurrir.
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También deberías prestar atención a la fatiga, sentirte inusualmente cansado o débil. Otro signo es la visión borrosa, o dificultades para ver con claridad.
La cicatrización lenta de heridas puede ser otro indicador de pre-diabetes. Las heridas que tardan en cerrar podrían señalar indicar problemas con los niveles de azúcar en sangre.
Factores de riesgo
Ciertas personas tienen un riesgo mayor de desarrollar pre-diabetes. Conocer estos factores es crucial para una detección temprana.
Deberías saber que el riesgo aumenta con la edad, sobre todo a una edad mayor de 45 años. Otro factor es el historial familiar; tener parientes cercanos con diabetes.
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El sobrepeso, especialmente si el peso extra se concentra en el área del abdomen es otro factor a tener en cuenta.
También la inactividad física, es decir, un estilo de vida sedentario, contribuye al riesgo. Por último, tené en mente que la hipertensión también está asociada con una elevada probabilidad de sufrir pre-diabetes.
Pruebas diagnósticas, prevención y manejo
Existen pruebas específicas para diagnosticar la pre-diabetes, como la prueba de glucosa plasmática en ayunas (FPG), que mide el nivel de glucosa después de un ayuno de 8 horas.
También está la prueba de tolerancia a la glucosa oral (OGTT), que mide los niveles de glucosa antes y dos horas después de beber una bebida azucarada.
Otra opción es la hemoglobina A1c, que refleja el nivel promedio de glucosa en sangre durante los últimos dos o tres meses.
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Si cualquiera de estas pruebas indica niveles de glucosa anormales, podrías estar en un estado de pre-diabetes.
Una de las mejores maneras de manejar la pre-diabetes es mediante cambios en el estilo de vida, como siguiendo una dieta saludable. Para esto aumentá la ingesta de frutas, verduras y granos enteros.
También podés incluir el ejercicio regular, al menos 150 minutos de actividad moderada a intensa por semana.
Enfocate también en la pérdida de peso. Perder solo el 5% al 7% del peso corporal puede hacer una diferencia significativa.
Por último, controlá siempre la presión arterial y el colesterol, pues mantener estos en niveles saludables es crucial.
La pre-diabetes es una oportunidad para realizar cambios saludables antes de que se convierta en diabetes tipo 2.
Reconocer los síntomas, entender los factores de riesgo y someterse a pruebas de detección son pasos fundamentales para prevenir la progresión de esta condición. Si tenés dudas o presentás alguno de los signos mencionados, es importante consultar a un profesional de salud.