Febrero inspira a quienes buscan algo único, distinto y auténtico, así nos propusimos buscar algunos ejemplos de bellas artesanías paraguayas que prometen hacer ruido.
Conversamos con Sara Benítez, que actúa como nexo entre los artesanos mbya guaraní de Caaguazú. Nos explicó que trabajan “esta fibra en la cestería simbólica del pueblo guaraní de Tacuatí, una variedad del bambú”.
Benítez también compartió que es el grupo que trabaja con mayor fuerza de manera organizada desde hace 25 años en pos del rescate de la cestería de calidad, textura e innovación.
Lea más: Artesana aplica innovador método de teñido natural de textiles en Carapeguá
Cerca de 40 artesanos indígenas trabajan con su pequeño núcleo familiar fabricando bandejas, paneras, cucharas, cucharones.
La nueva artesanía en Paraguay desde los pueblos originarios
“Forran termos, realizan tapices, cuadros y biombos. Nos adecuamos a la innovación”, argumentó al tiempo que agregó que “siguen los consejos de las abuelas y abuelos del pueblo”.
Estos tapices sirven para decorar las paredes con simbología, y así promueven los diseños del pueblo mbya.
En cuanto a la cestería la aplican a individuales, canastos y alfombras. “Los colores están relacionados con la naturaleza: verde mate, amarillo y naranja”.
Y por supuesto están en Facebook: Asociación Mborayhu Porã - Mbya Guarani
La nueva artesanía en Paraguay, ¿cuánto cuesta?
- Cesto panera: desde G. 35.000.
- Individual: 30 x 40 cm: desde G. 40.000.
- Tapiz: de 1 x 40 cm: G. 180.000, de 1 m x 1 m: G. 250.000.
Facebook: Yary Sara o Asociación Indígena Mboraiju Pora.
Madera y resina
Irene Traub se considera artesana de nacimiento. Es de Luque, aunque ahora vive en Itacurubí del Rosario, zona de San Pedro, donde las grandes tormentas suelen echar las ramas de árboles nativos.
Estas ramas son su materia prima junto a la resina, que descubrió en plena pandemia. Une trozos de madera con la resina epoxica y el resultado es asombroso.
Las vetas, la combinación de tonalidades es interesante en una creación de platos, relojes y mesitas. Surgen uniones entre el lapacho y la resina blanca, el ybyraró con rojo transparente y tataré combinado con naranja.
Sus platos conforman juegos de tres de 30, 35 y 40 cm de diámetro. Se pueden usar para bocaditos para presentar la cena, la carne, y son decorativos también. Afirma que ningún plato es igual al otro, nunca se repiten, con sus vetas y tonos diferentes.
La madera -estacionada- se corta con sierra, y los pedazos se unen gracias a la resina. Después trabaja con una fresadora afinando la madera, puliendo la superficie, variando las lijas especiales.
La obra se sella con cera de abeja, con aceite de coco e incluso vaselina que protege el plato del agua y la resina actúa como detalle decorativo.
Para los relojes utiliza manecillas de acrílico que adquiere de emprendedoras y los números son de acrílico y MDF.
Son ideales para quinchos y cocinas del Chaco. La encontramos en Instagram: @chettina.arte
Algunos precios
- Plato: desde G. 400.000.
- Reloj: G. 350.000.
Cerámica esmaltada
Vivian Fretes, artesana del barrio Recoleta de Asunción, se dedica a la cerámica esmaltada en su taller “De sol a sol”. Produce fuentes para que los pájaros del jardín beban agua, campanitas colgantes y coquetas teteras.
- Sus manos moldean la arcilla que no debe estar mojada, por ello cuando hay humedad se esperan tres a cuatro días. Así facilmente, una producción puede concluir en 10 días.
- La pieza va al horno cerámico eléctrico.
- Después recurre a brochas o sumerge la pieza dentro de un recipiente con esmalte cerámico.
- Luego la pieza pasa al horno otra vez, de modo que queda impermeabilizada y se vuelve más resistente.
“Yo no uso moldes, mis obras son 100 % a mano, y los tonos surgen en el momento, aunque me gustan los neutros y tonos azules”.
Las piezas utilitarias necesitan 1.200 grados, y las decorativas entre 1.050 a 1.100 grados en el horno cerámico eléctrico, según comenta.
“El bizcocho cerámico que estuvo a más de 1.000 grados se deja dentro del horno hasta que la temperatura baje a menos de 100 grados. Solo entonces se abre, cuando se enfría se saca y la pieza está concluida”, revela.
“Es una técnica que requiere paciencia pues el horno llega a 1.000 grados al cabo de 7 horas aproximadamente. Y para que se enfríe pasarán otras 8 a 10 horas, ya apagado el horno”, relata.
“Es un arte que nos enseña a respetar los tiempos porque sí se quiere apurar no resultará”, acota.
“La gente esta apreciando las piezas únicas que son creadas con amor, lejos de una pieza industrial en serie”, culmina.
La encontramos en instagram: @desolasol.py
¿Cuánto valen?
- Tetera y dos tazas: a partir de G. 900.000
- Bebedero para pájaros: G. 350.000.
- Campanitas: desde G. 160.000.