El saludo expresa el reconocimiento de la presencia del otro, quien sentirá aumentada su autoestima, además de ser un comienzo favorable para cualquier relación de intercambio. Pero hay que saber distinguir entre un saludo amigable y otro de rechazo, y eso lo expresa el cuerpo con algunas claves inequívocas.
En este gesto, que tiene su origen desde tiempos remotos para reconocer la presencia de otra persona y mostrarle su ánimo de no agredirla, se utilizan diversas fórmulas que cambian según el país, pero, básicamente, el saludo, sea verbal o físico, sirve para expresar las intenciones del encuentro, y la forma en que se produzca ofrecerá al interlocutor importantes pistas sobre la forma de ser de quien saluda.
Observar cómo se realiza el saludo, la mirada que acompaña a ese primer acercamiento, la distancia que separa o acerca a las dos personas y ese lenguaje del cuerpo con el que saludamos: la espalda levemente adelantada o retraída, una casi imperceptible inclinación de la cabeza, y la mirada fija o esquiva, la presión de la mano… son todos pequeños detalles que ayudan a mejorar la percepción de las personas que nos rodean.
Cada cultura tiene sus propias formas
Mientras los esquimales se frotan la nariz, los japoneses mucho más precavidos en cuanto a higiene se refiere, se limitan a hacer una reverencia y tampoco se estrechan la mano. En Francia, Rusia y algunos países de Oriente se dan tres besos; en España se dan dos, mientras que en Estados Unidos y algunos países de Latinoamérica se da uno solamente.
El 21 de noviembre se celebra el Día Internacional del Saludo, instaurado para reconocer la importancia fundamental y casi imprescindible de su uso al inicio de cualquier relación entre seres humanos, a modo de introducción en un encuentro.
En este gesto, que tiene su origen desde tiempos remotos para reconocer la presencia de otra persona y mostrarle su ánimo de no agredirla, se utilizan diversas fórmulas que cambian según el país, pero, básicamente, el saludo, sea verbal o físico, sirve para expresar las intenciones del encuentro, y la forma en que se produzca ofrecerá al interlocutor importantes pistas sobre la forma de ser de quien saluda.
La autoconfianza que genera un ‘buen’ saludo
El saludo proporciona un reconocimiento hacia la persona a la que se saluda, quien interiormente se sentirá reconocida y aumentará su autoconfianza, aunque sea de forma pasajera, gracias a esa mínima cortesía y, sobre todo, si ésta va acompañada de una sonrisa que nos demostrará que existimos y que no somos ignorados por quien nos la brinda.
El saludo se encuentra dentro de los gestos de cortesía más cotidianos, denota buena educación, mientras que su ausencia, sobre todo si ésta es deliberada, expresa enemistad u hostilidad hacia las personas, y el peor de todos los casos es el que se denomina “retirar el saludo”, un claro reflejo de animadversión.
Un apretón de manos, un beso, un abrazo, acompañado por un “Buenos días” o “Buenas tardes”, es el primer paso para iniciar una relación o conversación de manera óptima.
La importancia de los pequeños detalles corporales
Observar cómo se realiza este acto, la mirada que acompaña a ese primer acercamiento, la distancia que separa o acerca a las dos personas y ese lenguaje del cuerpo con el que saludamos: la espalda levemente adelantada o retraída, una casi imperceptible inclinación de la cabeza, y la mirada fija o esquiva, la presión de la mano… son todos pequeños detalles que ayudan a mejorar la percepción de las personas que nos rodean.
El saludo también difiere en cada una de las situaciones en las que se produce, aportando un gran valor simbólico si se produce como un gesto de cercanía, de relaciones profesionales o afectivas, o simplemente se trata de un gesto de cortesía y de buenas costumbres.
Y en caso de producirse al inicio de una relación profesional, deseamos diseccionar cada uno de los gestos de la otra persona en el saludo para conocerle mejor y, según se represente ese acto, recabar información que nos permita movernos con mayor tranquilidad en ese ámbito.
Diferentes encuentros en diferentes culturas
Cada cultura tiene sus propias formas para realizar el saludo. Mientras los esquimales se frotan la nariz, los japoneses mucho más precavidos en cuanto a higiene se refiere, se limitan a hacer una reverencia y tampoco se estrechan la mano. En Francia, Rusia y algunos países de Oriente se dan tres besos; en España se dan dos, mientras que en Estados Unidos y algunos países de Latinoamérica se da uno solamente.
Sin embargo, en la sociedad occidental el gesto más común es el apretón de manos que, en su origen, se traducía por una manifestación de paz, ya que al extender la mano se demostraba que no se portaban armas ni ningún otro instrumento agresivo, al mismo tiempo que mostrar la palma de la mano se identificaba con una persona honesta y leal. Esta forma de saludar es la fórmula más habitual tanto en el mundo profesional como en el social.
También en ese apretón de manos es conveniente tener presentes una serie de gestos que le deben acompañar, como es mirar a la otra persona a los ojos, porque, al contrario, evitar esa mirada, puede ofrecer la sensación de ser alguien inseguro, tímido o que tiene intenciones ocultas y, en el peor de los casos, que está mintiendo.
De la misma forma que cuidamos nuestra forma de vestir y nuestra higiene corporal, también tenemos que mirar que nuestras manos y uñas estén limpias y cuidadas.
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Otro de los aspectos importantes que pueden dar al traste con la eficacia de un saludo es la humedad en las palmas de las manos si estas tienen tendencia a sudar, sobre todo si la situación nos provoca nerviosismo, lo que el interlocutor puede traducir como falta de seguridad o timidez.
Para evitar esta situación embarazosa, nos debemos de asegurar de mantener un pañuelo en el bolsillo que en el último momento nos elimine esa molesta humedad.
Por otro lado, se debe controlar la presión de la mano al ofrecérsela a esa otra persona. Así, el apretón de manos debe ser corto y firme, pero sin rudeza. Demasiado corto puede indicar falta de interés y dar la impresión de que se desea terminar cuanto antes ese encuentro, mientras que un saludo largo indica interés y deseos de colaborar. No es conveniente agitar la mano mientras se estrecha.
Abrazos y besos en situaciones que lo permitan
El abrazo es otra forma de saludo, más efusivo y utilizado entre personas que se conocen bastante o se celebran ocasiones especiales, cuando se lleva mucho tiempo sin verse, o al dar el pésame, con él se expresa un sentimiento de proximidad y confianza. Las mujeres no suelen utilizar esta fórmula de saludo, es más corriente entre los hombres, que suelen acompañar ese acercamiento con unas ‘palmaditas’ en la espalda, a modo de camaradería.
El beso, que origina todo tipo de controversias, es un saludo cada vez más utilizado tanto entre hombres como entre mujeres, en actos sociales y profesionales. Empleado tradicionalmente entre familiares, se ha extendido a otros ámbitos más impersonales, aunque no es aconsejable besar a una persona que nos acaban de presentar, ya que, al ser una forma más íntima de acercamiento, se demuestra una mayor confianza, de la que posiblemente rehúya el interlocutor. Por eso hay muchas personas que no quieren ser saludadas así.
En cualquier caso, saludar de forma espontánea, natural y sincera con un “buenos días”, puede ser tan gratificante como un buen desayuno para iniciar el día.
Isabel Martínez Pita para EFE-Reportajes