Los participantes saltaron en dos ocasiones en el mes de julio, y pudieron elegir entre lanzarse al agua desde trampolines de uno, tres o cinco metros de altura.
El jurado otorgó puntuación en función del tipo de salto y de la altura elegida.
Aquellos que no quisieran utilizar su propio traje típico regional bávaro por miedo a estropearlo podían solicitar uno al organizador del concurso.
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La idea del salto a piscina con atuendo regional procede del sur de Baviera donde se ha convertido en tradición.
El ganador en Aschaffenburg en 2015 fue un joven con falda y enorme escote que realizó un salto hacia atrás.