En la medicina se habla de SPM, síndrome premenstrual. Es decir, los días anteriores a la menstruación.
Pero también existe el trastorno disfórico premenstrual (TDPM). Disfórico es lo contrario de eufórico. Y eso nos da la pauta decisiva: el TDPM puede tener un efecto importante sobre el bienestar psicológico. Según los expertos, una de cada 20 personas menstruantes se ven afectadas.
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Menstruación y psicología: ¿Cómo se diferencia el SPM del TPDM?
Además de las molestias físicas de un SPM, en el TDPM se suman molestias psicológicas. Los síntomas en general comienzan unos días antes del inicio de la menstruación. Van desde irritabilidad, ataques de ira y oscilaciones de humor hasta miedo, depresiones y tendencia al llanto.
En parte, todo esto afecta a las mujeres con una potencia que hace difícil que puedan lidiar con la vida cotidiana. “Muchas veces las afectadas se sienten molestas ya cuando alguien habla a un volumen elevado o se cierra una puerta de golpe”, dice el ginecólogo Hamdan Alhussein.
Ni bien comienza el sangrado -o poco después- disminuyen las molestias. Pero solo temporalmente. Porque en el siguiente ciclo regresan.
“En algunas mujeres, los típicos síntomas del TPDM comienzan ya con la ovulación”, dice la psicóloga Sibel Nayman.
Ella observó que incluso los propios médicos muchas veces saben poco sobre el TPDM. “Este desconocimiento frecuentemente lleva a diagnósticos y tratamientos equivocados”, dice.
Para las afectadas, no es una situación fácil. Por eso es importante informar sobre el TPDM para que las afectadas puedan encontrar ayuda rápido.
“La primera instancia es siempre un ginecólogo o una ginecóloga”, dice Alhussein. Ni bien está claro el diagnóstico, el profesional puede indicar un tratamiento psicológico.
¿Cómo se establece el diagnóstico?
“Para detectar si las molestias psicológicas realmente están vinculadas a la menstruación, las pacientes llevan un diario a lo largo de dos ciclos”, dice Nayman.
Para que se le diagnostique TDPM, en la semana previa al inicio de la menstruación deben presentarse al menos cinco síntomas, que mejoran pocos días después de iniciarse el sangrado.
Entre los síntomas figuran oscilaciones del humor, clara irritabilidad o sentimientos depresivos o una sensación de desesperanza.
También miedo, tensión o nerviosismo pueden ser parte de un TDPM. O si una se descubre, por ejemplo, pensando una y otra vez: “soy una fracasada”.
Adicionalmente, según Nayman, pueden presentarse uno o varios síntomas de este tipo: menor interés del habitual en el trabajo, la familia, los amigos o los hobbys. Además, las afectadas pueden tener problemas de concentración. También poca energía o cansarse rápidamente pueden ser indicios.
Modificaciones claras del apetito -atracones o deseo de determinado alimento- así como trastornos del sueño o hipersomnia primaria son otros posibles síntomas de un TDPM.
A ello se pueden sumar molestias físicas: los pechos pueden estar más sensibles o hincharse. Las articulaciones y los músculos pueden sentirse débiles. O las afectadas se sienten hinchadas.
¿Qué origen tiene un TDPM?
“Hasta el momento no están claras las causas exactas del TDPM”, dice Alhussein. Entre los expertos se discute qué tanto puede estar relacionado el TDPM con el sistema hormonal.
Así, por ejemplo, una repentina disminución del neurotransmisor serotonina puede ser una posible causa. “La investigación al respecto aún es muy escasa”, subraya Nayman.
Lo que está claro es que el estrés muchas veces refuerza los síntomas. Según Nayman, los científicos también descubrieron que en mujeres con TDPM se presentan más frecuentemente traumas tempranos que en mujeres sanas.
Se demostró, por ejemplo, que los síntomas de un TDPM se presentan más frecuentemente en mujeres con una historia de abusos.
¿Qué puede ayudar a las afectadas?
Depende de cada caso. En el caso de molestias leves, algunas modificaciones en el estilo de vida ya pueden ayudar, dice Nayman. Es decir, una alimentación equilibrada, deporte o renunciar a la nicotina y el alcohol.
Muchas veces a las pacientes se les recetan antidepresivos. Claro que estos medicamentos tienen posibles efectos secundarios. Depende de cada caso si son apropiados o no.
También puede ayudar una terapia hormonal. Por ejemplo, con ayuda de anticonceptivos se puede detener la ovulación.
Según el caso, estas molestias también pueden mejorar con una terapia conductual, en la que la paciente aprende a gestionar el estrés.
“Sobre todo es importante decirle a las mujeres afectadas que no son un caso único”, dice el ginecólogo Alhussein. Ya eso alivia a muchas mujeres.