Primeramente, para una mejor comprensión del tema, debemos recordar que VIH y SIDA, no son sinónimos.
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Una persona con VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) es aquella que tiene el virus en su cuerpo, mientras que la enfermedad conocida como SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), es la etapa donde las defensas están muy bajas, pudiendo favorecer la aparición de infecciones oportunistas, capaces de poner en riesgo la vida de la persona. El portador de VIH no necesariamente desarrolla el SIDA.
Los profesionales de la salud Ciresa Peris y Santa María coinciden en que El VIH se instala en personas con diversas condiciones de salud, las cuales deben ser encaminadas, como cualquier otra, independientemente a su estado serológico, a disfrutar de estilos de vida saludables, entiéndase, contar con suficientes horas de descanso (de 6 a 8 horas), ejercitarse, asegurar ingesta de líquidos, comer sano y balanceado, acceder a las consultas médicas de rutina y por sobre, disponer de los medicamentos respectivos, para contribuir a mantener el mejor estado de salud posible, que repercutirá en su propio bienestar integral.
“En líneas generales y en condiciones ideales, todos deberíamos ser evaluados al menos una vez al año, para detectar posibles problemas nutricionales, mediante los valores de peso, altura, porcentaje de masa muscular y de masa grasa, conocidos como “mediciones antropométricas”, por supuesto, siempre acompañado del custodio médico, pudiendo necesitar o no de análisis laboratoriales” aconsejan.
La importancia de una dieta equilibrada
Con una dieta equilibrada logramos ser capaces de defendernos de posibles infecciones y de pelear contra enfermedades.
Es vital que todos contemos con una supervisión alimentaria adecuada a las necesidades energéticas diarias de cada uno, contemplando la edad, el sexo, el ciclo de vida (etapa de crecimiento, mujer embarazada) y en este caso, el estadio de la enfermedad que está cursando la persona, con suplementaciones o complementos nutricionales y prácticas culinarias rigurosas en la elaboración de sus comidas, ya que las personas con VIH son inmunocomprometidas. Con esto, intentamos mantener una composición corporal normal, fortaleza física adecuada, prolongar la vida y mejorar la calidad de esta.
Recordemos que, en nuestro país es común presentar enfermedades metabólicas, tales como hipertensión arterial, diabetes, dislipidemias (colesterol y/o triglicéridos altos), sobrepeso u obesidad, pudiendo algunos órganos como los riñones, el hígado, el páncreas, etc., verse afectados y como no podemos “dejar de comer”, es sumamente importante aprender “¡qué comer!”.
En las personas con VIH/SIDA generalmente se observa una desnutrición proteico – energética, es decir, nuestro cuerpo no cuenta con las cantidades suficientes de proteínas y esto puede deberse a múltiples causas, como:
- Un consumo inadecuado (bajo aporte de proteínas en las comidas).
- Una absorción deficiente (el cuerpo no absorbe las cantidades adecuadas).
- Irregularidades metabólicas (el cuerpo no aprovecha lo que absorbe).
- Infecciones oportunistas no controladas.
- Sedentarismo (falta de actividad física).
- La enfermedad misma (el paciente puede atravesar cuadros depresivos, que puede repercutir en el deseo de comer, pudiendo verse aumentado o disminuido).
- E incluso, las personas con VIH/SIDA pueden manifestar náuseas, vómitos, diarreas, cansancio y demás, atribuidas al inicio del tratamiento, puesto que a veces, el cuerpo demora en acostumbrarse a la medicación.
Personas con VIH/SIDA tienen un mayor requerimiento de energía y proteínas
Las personas con VIH/SIDA tienen un elevado estrés fisiológico, por tanto, los requerimientos de energía y proteínas son mayores. Se deben incorporar proteínas de AVB (Alto Valor Biológico) y BVB (Bajo Valor Biológico) prefiriéndose las primeras, por ser esenciales en la formación de nuevo tejido muscular. Encontramos proteínas de AVB en carnes, huevos, lácteos y sus derivados, y las de BVB en legumbres y cereales.
- En cuanto a lípidos. Las grasas más adecuadas son las de cadena media presentes en el coco, aceite de coco y de oliva, aguacate, pescados, mariscos, manteca, lácteos enteros, frutos secos y semillas, y sería excelente si se pudiese combinar con grasas omega 3, presentes en aceites vegetales, nueces, avena, aguacate, hojas verdes y mariscos.
- Si hablamos de líquidos y electrolitos. Hablamos de las medidas normales que necesita cualquier persona, para lo cual se multiplica 30 ml por el peso de la persona y el resultado es el valor de líquido que debe consumirse en 24 hs. En caso de pérdidas, como diarreas, la persona requiere de una reconstitución tanto líquida como de electrolitos (sodio, potasio y cloruro), que no necesariamente se encuentran en las bebidas deportivas más conocidas, puesto a que estas al contener azúcar podrían contribuir a empeorar dicho cuadro.
- En cuanto a vitaminas y minerales. Las personas con VIH/SIDA necesitan aumentar el consumo de Vitaminas A, E, C, B6, B9 y B12, que encontramos en frutas y verduras.
Sobre los alimentos con vitaminas A, E, C, B6, B9 y B12
- Alimentos ricos en Vit. A. Hojas verdes, zanahorias, mango, batata.
- Alimentos ricos en Vit. E. Aceites vegetales, almendras, espinaca, brócoli, semillas de girasol.
- Alimentos ricos en Vit. C. Frutas cítricas (naranja, pomelo, mandarina, limón, acerola, kiwi), brócoli, melón, frutilla, papas, tomates.
- Alimentos ricos en Vit. B6. Atún, salmón, banana, legumbres, carnes de vaca, de cerdo, de pollo.
- Alimentos ricos en Vit. B9. Lechuga, berenjena, acelga, espinaca, almendras.
- Alimentos ricos en Vit. B12. Carnes (vaca, pescado, cerdo), huevos, lácteos, ciruelas.
La seguridad de los alimentos y las personas
Algo importante es la seguridad en la elaboración de alimentos y el uso habitual de agua potable para el control de las infecciones, tanto en el hogar como fuera del mismo, y que todas las personas que presentan trastornos asociados a infección crónica (de larga data) deben acercarse a la institución de salud más cercana, o a aquella de su confianza para consultar con un profesional médico.
La información distorsionada, manipulada e incompleta es la que contribuye a la generación de conductas de exclusión social, pudiendo estos prejuicios, contribuir a que los pacientes con síntomas sugerentes o con diagnostico positivo eviten asistir a consultas médicas por miedo al rechazo o motivo de burla.
“Desde nuestra posición, resaltamos que cualquier persona, independientemente de su sexualidad, puede contraer el VIH, y que la condición serológica no es motivo de discriminación hacia nadie” concluyeron los galenos.