Organizar las Fiestas con calma y sencillez

Cuando empieza diciembre, todo parece acelerarse, por más que nos prometamos no correr como en años anteriores, lo volvemos a hacer y los picos de estrés se hacen sentir. “Lo mejor es priorizar en la agenda lo más importante; enfocarnos en cuánto crecimos y nos esforzamos más que en los resultados”, dice la psicóloga Marcela Céspedes

Llegan las Fiestas de Navidad y Año Nuevo, lejos de la presión y el estrés, optemos por la organización y el disfrute de los preparativos.gentileza
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“Siento que no voy a llegar con todo para Navidad, al final llego muerta de cansancio y no disfruto” (Julia, 52 años), “trato de hacer todo bien y con tiempo, pero nunca lo consigo, siempre algo falla” (Hilda, 48 años) ,”nadie quiere ayudar pero todos quieren festejar” (Raúl, 50 años), “son días en los que me siento muy sola y con un peso enorme sobre mí” (María, 62 años), son algunas expresiones tomadas al paso, de cara a las próximas Fiestas.

La psicóloga Marcela Céspedes nos ayuda a entender porqué antes de la Navidad lo que más hay son nervios e impaciencia. “Desde los primeros días de diciembre podemos observar inquietud y estrés casi generalizados. Una de las causas es que nos colocamos metas a inicio de año, pero en diciembre nos damos cuenta de que no hemos llegado ni a la mitad de lo que nos propusimos. Ahí empieza la inquietud asociada a sentimientos de incapacidad, tristeza, enojo, incertidumbre.

Diciembre es un mes que simboliza “el fin”, y tomamos literalmente esto, con la sensación de que si no pudimos concretar metas, fracasamos. A esto sumémosle el calor asfixiante que suma irritabilidad, cansancio, mal descanso, insomnio, etc”

-Sin descanso, para la mayoría es tiempo de compromisos laborales y sociales.

Una inmensa cantidad de actividades sociales: fin de curso, exámenes finales, cierre de proyectos, cenas, etc. la agenda se llena de compromisos y se instala el apuro para cumplir con todo/s. Otro factor importante es el consumismo, nos volvemos esclavos de una necesidad creada por el bombardeo publicitario que nos dice lo que debemos comprar para esta época especial: ropas, regalos, arreglos de la casa, zapatos, etc. Se inicia el proceso de compras compulsivas.

Cumplir los compromisos en todos lados (trabajo, amigos, familiares) a pesar del ambiente festivo, también puede generarnos un gran estrés.

Si no se tienen los medios económicos llega la angustia por no poder cumplir con los estándares esperados a nivel de apariencia. Por supuesto, que son fenómenos en los que no todos estamos involucrados, pero al vivir en sociedad, también nos afecta el clima emocional que se siente en estas fechas.

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-Qué distantes aquellas navidades cuando éramos niños ¿En qué momento nos empezamos a involucrar con los mandatos sociales?

De niños vivimos el fin de año como la posibilidad de disfrutar comidas deliciosas, estar en familia, recibir regalos, etc. Lo vivimos todo de manera espontánea, sin obligaciones. No nos preocupa que no alcance el dinero para la cena o si iremos a otra casa para festejar.

Aunque es importante mencionar que los niños y adolescentes también sufren vaivenes emocionales de las fiestas de fin de año, específicamente en el caso de los que tienen familias con problemas de relacionamiento, ahí donde las fiestas se convierten en un campo de batalla.

Mamás perfeccionistas, insatisfechas y agotadas

Las mamás mayormente son las que organizan el ambiente navideño: la comida, la limpieza, la decoración de la casa, los regalos, las invitaciones, incluso son mediadoras de familiares distanciados o peleados. Hay un deseo ferviente de llegar con todo al precio que sea.

Las mamás acaban agobiadas, asumen más de lo que pueden, se olvidan de sí mismas en pos de la fiesta perfecta para su familia.

Las mujeres, cabeza de familia o no, son la memoria del hogar. Sienten que tienen la obligación de recordar cumpleaños, compras, pagos, las clases extracurriculares, la mochila de la escuela, compromisos familiares, etc. Es un rol asumido por la mamá y compartido como natural por su familia; por tanto, se asume que para las Fiestas ella será quién se encargue de todo. Considerando que el peso de las responsabilidades está sobre sus hombros, entra en una espiral de actividad frenética y nervios que no le permiten disfrutar también a ella.

Al asumir que debe hacer felices a todos, también asume que si algo no sale bien, ella es la culpable”, dice la psicóloga.

-Pocas mujeres se sienten satisfechas, la mayoría se culpa de algo o compara “su Navidad” con la de la nuera, la suegra, la hermana, la vecina. ¿Cuál es el camino más sano para sentirse bien con lo que se pudo hacer?

Uno de los caminos podría ser analizar lo que pudimos lograr en cuanto a nuestras metas anuales o en cómo resultó la cena de fin de año sin juzgarnos con severidad. Más allá de los resultados obtenidos, está sostener la motivación, flexibilidad, perseverar y principalmente aprender a lidiar con la frustración cuando las cosas no salen como quisimos o planificamos. Enfocarnos en cuánto crecimos y el esfuerzo que pusimos más que en los resultados

-El perfeccionismo, las manías, ¿se pueden haber heredado? ¿Cómo construir nuestra propia manera de festejar en familia?

Sí, estas conductas activadas principalmente durante las Fiestas, pueden formar parte de un legado familiar: “así era mi bisabuela, abuela, mamá y ahora me toca a mí”. Pero también hay mujeres que rompen los patrones familiares y deciden vivir a su manera.

En el proceso de construcción entran en juego la autoestima, la valoración de nuestros vínculos sanos y el desprenderse de creencias limitantes sobre lo que debo o no hacer, y otras como la de que “me corresponde hacer felices a todos”.

-Los hombres se toman las cosas de manera más tranquila…

La expresión del estrés se manifiesta de diferentes maneras en hombres y mujeres. Puede que ellos no estén preocupados por los detalles, pero sí están agobiados por otros temas asociados a fin de año. El hombre puede mostrarse más irritable, cansado, callado, incluso malhumorado sin decirlo verbalmente, por eso solemos pensar que no se encuentra agobiado.

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-¿Se puede afirmar que previo a la Navidad es inherente el ataque colectivo de ansiedad?

La ansiedad puede ser normal o patológica. Es normal cuando la dirigimos hacia el aumento del rendimiento y esfuerzo hacia un resultado, pero cuando es persistente y causa síntomas o bloqueos se convierte en patológica. Podría considerarse que existe un clima generalizado de ansiedad, que en algunos desaparece una vez obtenido el resultado deseado y en otros permanece más allá de las Fiestas.

-¿Qué valores priorizar en esta época, cómo simplificar los preparativos?

El eje central sería aprender a administrar el tiempo de manera realista, priorizando en la agenda lo más importante. Moderar las expectativas, disminuir la autoexigencia, no sobrecargarse de un montón de compromisos. Tres consejos: 1) no olvidar el autocuidado, 2) conectar con quienes más queremos, 3) reconocer, aceptar y compartir nuestras emociones, es una forma de recibir apoyo de quienes nos rodean y sentirnos acompañados.

Por unas verdaderas Felices Fiestas

Compartir los preparativos y pasar un momento único e irrepetible. Lo más importante en estas Fiestas es fortalecer el vínculo familiar.

-Priorizar el compartir con las personas que amamos.

-Aprender a decir que no a lo que solo nos resta energía y tiempo.

-Empezar a pedir ayuda a los que nos rodean, sin pensar que por eso somos menos fuertes.

-Delegar tareas en los otros miembros de la familia o amigos, lo que ayudará a disminuir el estrés, creará un sentimiento de sentirse apoyado y fortalecerá la unión.

-Que ese afán por los detalles de la celebración, no hagan olvidar que lo principal en la Navidad es recordar el sentimiento de unión y amor que nos une como familia. La pandemia nos dejó una enseñanza: valorar nuestro tiempo y los lazos con los demás.

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