La intoxicación es la respuesta del cuerpo a la administración de una sustancia perjudicial o una sustancia inofensiva, pero en altas dosis, capaz de provocar alteraciones en el funcionamiento normal del organismo.
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Clínicamente puede presentarse con síntomas variados y sus complicaciones pueden ser leves o letales dependiendo de la edad del paciente, lo ingerido y la dosis utilizada.
Según indican el Dr. Carlos Raúl Santa María y la Licenciada en nutrición, Cristina B. Ciresa Peris, las intoxicaciones accidentales o voluntarias son motivo frecuente de consulta en los servicios de urgencia en diferentes países del mundo, donde las exposiciones más comunes son las medicamentosas y por plaguicidas.
Niños se intoxican con té
La Licenciada Ciresa explica que la literatura universal nos habla que la intoxicación por productos vegetales es infrecuente en niños.
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Sin embargo, en Paraguay la sospecha de intoxicación por infusiones caseras (tés) en niños de la primera infancia (desde el nacimiento hasta los 5 años, según UNICEF), por sobre todo lactantes (niños menores de 2 años) es bastante común en los Servicios de Urgencias Pediátricas.
Estudios internacionales señalan que las intoxicaciones por plantas reportadas en los centros toxicológicos nacionales constituyen entre 1 al 2% de todas las intoxicaciones y afectan con mayor frecuencia a niños menores de 5 años, de sexo masculino, siendo la causa más frecuente la intoxicación accidental y la relacionada a medicina tradicional.
Según la Organización Mundial de la Salud – OMS (quien restringe el uso de las infusiones en lactantes) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO, se calcula que 2/3 partes de la población mundial (4.000 millones de personas aproximadamente) recurre al uso de plantas medicinales.
Intoxicación infantil, entre las primeras 10 causas de morbilidad y mortalidad
El Dr. Santa María menciona que pese al agradable sabor y la falsa creencia popular de que una infusión es un “remedio natural” y, por ende, es seguro y beneficioso para la salud, su uso no está exento de reacciones adversas. De allí la importancia de concienciar a padres y responsables de los niños, más aun en nuestro medio donde su consumo es habitual por formar parte de nuestra cultura y herencia guaraní.
Al desconocer los riesgos que estos producen, las intoxicaciones son un problema de salud pública en la mayor parte de países como el nuestro, y se ubica entre las primeras diez causas de morbilidad y mortalidad, especialmente en la edad infantil.
Esto se debe a que sus cuerpos aún no se encuentran preparados para procesar, aprovechar (metabolizar) ni eliminar dichas sustancias del organismo, de allí que su administración por sobre todo en lactantes esté relacionada a un riesgo potencial para la salud debido a su alto contenido en aceites esenciales como anetol y estragol, conocidas como las toxinas más letales del mundo vegetal.
Las hierbas, ingrediente esencial de estas infusiones, aunque de origen natural, tienen sus cuidados, dosificaciones, recomendaciones e incluso prohibiciones de consumo en algunos casos.
Infusiones comúnmente suministradas a niños menores de 5 años
Los profesionales Ciresa y Santa María manifiestan que las infusiones más comúnmente suministradas a niños menores de 5 años son:
- Anís (principalmente el estrellado).
- Manzanilla.
- Ruda.
- Cedrón.
- Boldo.
- Tilo.
- Menta.
- Cola de caballo.
- Cáscara de naranja.
- Eucalipto, inclusive llegando a suministras mezclas con las distintas plantas.
“Estas infusiones les son dadas a los niños, mezcladas con la leche o simplemente reemplazado las mismas, sin criterio alguno en la elaboración de estas infusiones (preparación, cantidades) ni tampoco criterio sobre las dosis o frecuencias recomendadas” dijeron.
¡Mucha atención!
Aunque los tés pudiesen tener utilidad medicinal amplia (en adultos), en niños de la primera infancia es perjudicial para el sistema nervioso por ser neurotóxico, pudiendo causar:
- Llanto fácil e incontrolable (irritabilidad).
- Hiperexcitabilidad (no se queda quieto).
- Movimientos anormales de las extremidades (brazos y/o piernas).
- Movimientos anormales de los ojos (nistagmos).
- Movimientos anormales de la cabeza.
- Somnolencia (se duerme fácil y/o le cuesta despertar).
- Pérdida de la conciencia.
- Mareos.
- Crisis convulsivas.
- Coma.
También pueden verse síntomas gastrointestinales cómo: vómitos, diarrea, sangrado digestivo), deterioro hemodinámico progresivo pudiendo llegar al shock, hepatotoxicidad (intoxicación del hígado), insuficiencia hepática aguda, y en el peor de los casos: depresión respiratoria y muerte.
“El papel del pediatra y del médico de familia en la salud del lactante no puede quedar reducido a la planificación sobre la alimentación (netamente sólidos), sino también sobre las bebidas, para asegurar una orientación adecuada” concluyeron.