Al igual que tantas otras veces en la vida, la única respuesta posible es: depende. En este caso concreto, que tal vez muchos experimentaron de esta manera o de forma similar, hay que contemplar necesariamente un aspecto, que es que muchas veces las apariencias pueden engañar.
O, según las palabras de la experta en nutrición Ute Gomm: “En muchos casos se ve o se huele si los alimentos aún están en buen estado, pero no en todos los casos”.
Por ejemplo, si algo está contaminado con salmonella, quienes lo hayan consumido solo lo notan cuando ya es demasiado tarde, porque los alimentos huelen y tienen un aspecto normal. Pero posteriormente el cuerpo reaccionará con descompostura, dolor de estómago, vómitos y a veces fiebre para poder deshacerse de la bacteria.
Los expertos diferencian entre una infección alimentaria, provocada directamente por bacterias o virus, y una intoxicación alimentaria, durante la cual las bacterias forman toxinas que luego provocan los síntomas.
“En ambos casos ayuda beber mucho y descansar”, indica el profesor Heiner Wedemeyer, gastroenterólogo y portavoz de la Sociedad Alemana de Gastroenterología, Enfermedades Digestivas y Metabólicas.
De esta manera, puntualiza el especialista, se puede ayudar al cuerpo a eliminar las sustancias nocivas del tracto digestivo.
Recursos caseros, como beber refresco de cola o ingerir galletitas saladas sin grasas, también ayudan. “La bebida de cola tiene un ligero efecto de estreñimiento y, de hecho, puede aglutinar ciertas toxinas y sacarlas del cuerpo”, manifiesta Wedemeyer. “De esta manera se puede aliviar un poco el cuerpo”.
En tanto, comenta, las galletitas o palitos salados son fácilmente digeribles y le proporcionan sal al cuerpo. En caso de que los síntomas no mejoren después de dos o tres días, advierte que debería recurrirse al médico en busca de asesoramiento.
Diferente es la situación cuando el problema se da en niños y niñas, personas mayores y con enfermedades preexistentes. Wedemeyer explica que en estos casos debe actuarse más rápidamente.
“Cuando aquí los síntomas no mejoran en el lapso del primer día o se suman mareos y pérdida de la orientación, los enfermos deben concurrir directamente al médico”, señala.
Wedemeyer deja en claro que una deshidratación resulta especialmente peligrosa para este grupo de pacientes y que sus órganos podrían sufrir daños.
Pero, ¿cómo se puede evitar realmente llegar a este extremo? “Hay un par de alimentos a los que se debe prestar especial atención”, asevera Gomm, quien trabaja en el Centro Federal de Nutrición de Alemania.
Entre estos se cuentan la carne, el pescado, la leche, los productos lácteos y los huevos crudos. “Así que yo tendría cuidado con los helados, los productos con crema, las ensaladas con mayonesa, carne, pescados o mariscos, los adobos y las salsas, por ejemplo”, dice Gomm.
Las comidas que contienen huevos crudos o bien que como el tartar o el sushi se sirven crudas solamente deben ser elaboradas con ingredientes frescos. Además, los consumidores deben tener especial cuidado durante la preparación.
“Es importante el lavado de las manos, la limpieza de las superficies de trabajo, el mantenimiento de las cadenas de frío”, enumera Gomm. Si este tipo de alimentos no se ingieren en estado crudo, deben ser cocinados por completo.
La experta recomienda además, en lo posible, almacenar y preparar por separado los alimentos delicados. Es decir, quien descongele carne en la nevera, debería observar que el líquido que se despide no entre en contacto con otros alimentos. Esto por ejemplo puede evitarse almacenando la carne en el compartimento más bajo.
Las razones para esta medida preventiva: las posibles sustancias nocivas se vuelven inofensivas durante la cocción de la carne. Pero si este líquido de descongelación alcanza alimentos que no serán calentados o cocidos, puede volverse peligroso.
Otros alimentos en los que se requiere cuidado son germinados, arroz cocido que permanece sin refrigerar y las ensaladas precortadas del supermercado.
“A partir del proceso de cortado, se genera una gran superficie en la cual las bacterias y virus pueden multiplicarse bien en el clima frecuentemente húmedo de la bolsa”, explica Gomm.
Los alimentos que presentan moho deben ser siempre descartados por completo. Porque, aunque se corte y separe el moho visible, es común que siga habiendo una red invisible de moho que atraviesa los alimentos.
Esto normalmente no conduce a ninguna reacción corporal. Pero a largo plazo estas sustancias nocivas pueden acumularse en el cuerpo y dañar por ejemplo el hígado o los riñones.
Quien al descartar alimentos se oriente por las fechas, debe diferenciar entre la fecha preferente de consumo y la fecha de caducidad.
La fecha de consumo preferente indica el tiempo mínimo que duran los alimentos sin abrir si son correctamente almacenados. En cambio, la fecha de vencimiento brinda información acerca de cuándo a más tardar debería ser consumido un alimento.
Por lo tanto, si bien el plazo límite debe tomarse en serio en el caso de la fecha de caducidad o vencimiento, no es necesariamente inamovible en la fecha de consumo preferente.
Ute Gomm menciona como ejemplo que un yogur que está en su empaque original y refrigerado se mantiene incluso semanas después de lo especificado.
Una y otra vez se escucha la indicación de que la espinaca o los hongos no deberían ser recalentados. Pero en este caso, Gomm indica que esto no es tan así.
La experta explica que esta regla procede todavía de tiempos en los cuales no todos los hogares disponían de una nevera. Y, como han mejorado las condiciones de almacenamiento, hoy en día recalentar no se vuelve un problema.
No obstante, y a pesar de todas las medidas preventivas, es importante no olvidar que a lo que se puede aspirar es a reducir la probabilidad de una intoxicación o infección por alimentos. “Pero un riesgo restante queda siempre”, apunta el gastronterólogo Wedemeyer.
Acota asimismo que si alguien tiene síntomas tras una visita a un restaurante, esto no implica automáticamente que allí se trabaje con falta de higiene. “A veces simplemente se tiene mala suerte”, asevera.
Wedemeyer recomienda que, en un caso de este tipo, todos las y los pacientes reporten el hecho al establecimiento gastronómico. “No se trata de manifestar el enojo”, indica el gastronterólogo.
“Muchas veces los locales ni se enteran de que sus comidas -sea por los motivos que fuere- contienen sustancias nocivas y entonces tampoco pueden reaccionar. Pero, de esta manera, otros comensales pueden ahorrarse esa misma suerte”, agrega.