(Disponible en Netflix)
Zack Snyder es un cineasta interesante. Incluso sus mejores películas como 300 o El amanecer de los muertos no pasan de ser decentes, nunca llegando a ser lo que se puede considerar clásicos, y su filmografía post 2006 ha estado mayormente compuesta de filmes terribles – Sucker Punch, Batman vs Superman –, ambiciosos tropiezos – Watchmen, El Hombre de Acero – o aquella película animada sobre lechuzas que ya ha sido olvidada por el 80% de la población de la Tierra.
Es un narrador de enormes ambiciones, con pretensiones de elevar el entretenimiento popular a estatus épico (en el sentido clásico de la palabra), con un talento innegable para poner en pantalla imágenes dignas de estar colgadas en algún museo renacentista pero con una elocuencia visual o narrativa que simplemente no está a la altura de sus altas metas. Hace filmes visualmente increíbles pero de ideas confusas ejecutadas con mano pesada, en los que el retrato de Superman como una figura mesiánica se comunica con la sutileza de poner a Henry Cavill a hablar con un ventanal de Jesús detrás suyo, o haciendo poses de crucifixión en el espacio.
Zack Snyder no es el cineasta más habilidoso, inteligente o elegante, pero casi nunca, incluso en sus peores películas - salvo la de las lechuzas -, es aburrido, y verlo regresar a algo más relativamente sencillo como el cine de zombis que lo vio debutar en 2004, sin toda la parafernalia cósmica y mitológica del universo DC (que claramente no sabe manejar si es que no se le da espacio para una película de cuatro horas) da como resultado la que probablemente es su película más concisa y accesible desde 300.
En El ejército de los muertos, la ciudad de Las Vegas ha sido completamente arrasada por zombis, al punto que el Gobierno estadounidense decidió amurallarla con un vallado de contenedores, y planea eliminar la infección de forma permanente con una bomba nuclear. El dueño de un casino contacta con un exsoldado, Scott Ward (Dave Bautista) con una propuesta: entrar a Las Vegas, llegar hasta el casino, sacar los cientos de millones de dólares abandonados en la bóveda y escapar antes de que la bomba caiga.
La premisa es sencilla pero ingeniosa, y definitivamente no es el tipo de película que requiera demasiado ejercicio mental.
El género zombi siempre ha sido tierra fértil para analogías y críticas sociales disfrazadas con sangre falsa y maquillaje de piel podrida, desde el racismo en La noche de los muertos vivientes que codificó el cine zombi moderno o la versión original de El amanecer de los muertos y su aguda crítica al consumismo estadounidense, que la remake de 2004 del propio Snyder también raspaba; pero en El ejército de los muertos, a pesar de que mira de reojo temas como la relación migratoria entre EE.UU. y México, el abuso de poder o la política de reacción extrema de EE.UU. ante amenazas foráneas (esta película fue concebida en 2007, cuando la “Guerra contra el Terror” en Afganistán e Irak aún era relativamente nueva), Snyder solo las usa como escenografía, como las montañas de cadáveres o los monumentos deteriorados de Las Vegas abandonada.
El ejército es una película mucho más emocional que lo habitual de Snyder, centrándose principalmente en la relación entre Scott y su hija Kate (Ella Purnell), que tiene impacto principalmente gracias al buen trabajo de Purnell y en especial de Bautista, que sigue estableciéndose como un actor genuinamente fascinante, fácilmente el mejor de los luchadores convertidos en estrellas de cine, capaz de dar autenticidad tanto a las escenas de acción como a los momentos en los que sale a flote su arrepentimiento por haber dejado que su hija se distancie de él, o el dolor de los traumas de su pasado.
Más allá de Bautista y Purnell, la película ostenta un entretenido elenco de coloridos personajes, entre los que resaltan Matthias Schweighöfer como un entusiasta experto en cajas fuertes, Raúl Castillo como un “youtuber” matazombies o Samantha Win como un homenaje directo a Vásquez de Aliens, que se lleva una de las mejores escenas de acción de la película.
Es admirable que con un elenco bastante grande de personajes, el filme se las arregla para darles a todos algo de profundidad, una personalidad memorable o al menos alguna que otra escena para que se luzcan en vez de simplemente centrarse en tres o cuatro protagonistas y relegar al resto del elenco a comida de no muertos, como sí pasaba en la anterior excursión de Snyder al mundo zombi.
La acción es variada y entretenida, desde duelos con cuchillos en la oscuridad hasta persecuciones con zombis inteligentes y un impresionante tigre zombi que protagoniza una de las secuencias más brutales del filme; si hay algo que a Snyder le sale sin problemas es crear escenas memorables de violencia.
Y mención aparte merece el impresionante logro técnico que es la incorporación de la actriz Tig Notaro – como Peters, la piloto de helicóptero del grupo – a la película, filmada totalmente por separado del resto de la película e insertada digitalmente luego de que el actor original de ese papel, Chris D’Elia, fuera señalado por abuso sexual.
Como hiciera Ridley Scott al reemplazar a Kevin Spacey en Todo el dinero del mundo, Snyder borró a D’Elia de su película y lo reemplazó con Notaro, un proceso que sin duda habrá sido enormemente complejo pero que por lo general es exitoso. Hay una o dos escenas en la que el artificio es algo obvio y se nota que Notaro estaba actuando frente a una pantalla verde en vez de realmente ocupar el mismo espacio físico que sus co-estrellas, pero en general el efecto es imperceptible, y probablemente uno ni se percataría de la realidad si es que ya no estuviera al tanto de lo que fue la producción de la película.
Los defectos del filme son los mismos que suelen plagar al resto de la filmografía de Snyder – la longitud exagerada e innecesaria de la película o la falta de una idea central fuerte en el núcleo de la historia, por citar algunas de las que son realmente válidas -, con algunos agregados nuevos como la ocasionalmente incomprensible decisión de Snyder (que esta vez es su propio director de fotografía) de filmar sus conversaciones en planos cerradísimos y borrosos, que parece más experimentación sin sentido que una decisión con propósito, y por momentos distrae.
Pero a final de cuentas El ejército de los muertos es espectacular, entretenida y, por momentos, goza de una inesperada profundidad emocional. Y aunque sería bueno que Snyder se atreva de nuevo a hacer algo tan visual y narrativamente ambicioso como sus películas de superhéroes (preferentemente sin esclavizarse a los cómics esta vez), este regreso a sus raíces es bienvenido.
Lea más: Zack Snyder: “El ejército de los muertos es la película más divertida que he dirigido”
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EL EJÉRCITO DE LOS MUERTOS (Army of the Dead)
Dirigida por Zack Snyder
Escrita por Zack Snyder, Shay Hatten y Joby Harold
Producida por Zack Snyder, Deborah Snyder y Wesley Coller
Edición por Dody Dorn
Dirección de fotografía por Zack Snyder
Banda sonora compuesta por Tom Holkenborg
Elenco: Dave Bautista, Ella Purnell, Ana de la Reguera, Omari Hardwick, Matthias Schweighöfer, Nora Arnezeder, Garret Dillahunt, Tig Notaro, Hiroyuki Sanada, Raúl Castillo, Samantha Win, Theo Rossi, Richard Cetrone