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Para una madre (no revelamos nombres ni datos de las instituciones a pedido de los afectados), presidenta por un par de años de la comisión de padres de una conocida institución privada subvencionada, haber creado un grupo de Whatsapp de padres fue negativo.
“Lo que iba a servir para comunicar actividades y para apoyar el desarrollo escolar de los chicos se convirtió en un espacio para delegar responsabilidades. Varios padres empezaron a abusar de este sistema de comunicación solicitando por este medio las tareas que debían realizar sus hijos que ellos no enviaban a clases”.
La maestra del cuarto grado de la misma institución también señaló que hace un año dejó de conformar estos grupos y de brindar su número de teléfono móvil a los padres, quienes no tienen reparo de llamar los domingos de madrugada para solicitar información sobre las tareas que sus hijos deberían haber copiado en clase. “Tuvimos muchos problemas con estos grupos de Whatsapp, incluso hubo uno que provocó la renuncia de una maestra. Varios padres no conocen límites y sus irresponsabilidades las achacan a los docentes”, criticó.
En otro ámbito, un alumno de un reconocido colegio privado denunció que en la planificación de la fiesta previa a lo que se denomina Último Primer Día (UPD), una tradición en honor a los que empiezan el último año de la media, la mayoría de sus compañeros pretendían que haya bebidas alcohólicas con el respaldo de varios padres, quienes, a través de su grupo de Whatsapp, argumentaban que los menores de edad (sus hijos) podrían beber alcohol hasta la media noche, de manera que los alumnos pasen el alcotest que se hace en el colegio ese día. Una medida adoptada por la institución ante experiencias negativas de años anteriores.
Finalmente, no se permitieron las bebidas alcohólicas en la previa solo porque un padre amenazó con enviar a la Fiscalía a la fiesta, lo cual provocó un gran conflicto entre los compañeros de clase, específicamente entre lo hijos de los padres que estaban en contra del alcohol y los que estaban a favor, lo que generó, además, mensajes ofensivos entre los mismos, creando un ambiente de discordia que sigue latente entre los adolescentes.