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En medio de la fiesta aparece Mateo Gamarra, uno de los empleados de la comunidad, pide un tema musical y se dispone a disfrutar de la polca junto a “una tal” Emilia Ortiz.
Minutos después se presenta Delfina Servín, la esposa del hombre, tal vez alertada por vecinos sobre la escena. Luego de confirmar el engaño, la mujer le reclama su actitud al donjuán, quien a su vez expresa no estar dispuesto a disculparse.
Lo que Gamarra no se imaginaba es que su respuesta acabaría con la paciencia de su pareja, quien llegó preparada para la ocasión.
“Che ha’e Delfina Servín, ne’írâ chekuaapa. (Yo soy Delfina Servín. Todavía no terminás de conocerme)”, expresa la mujer ya humillada y despechada antes de desenfundar un revólver y efectuar los cinco tiros certeros.
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