Kevin Punter, un anotador itinerante forjado en el Bronx que casi renunció al baloncesto

Xavier SerranoBarcelona, 24 jun (EFE).- El escolta Kevin Punter (Nueva York, 1993), el primer fichaje estival del Barça, se ha afianzado como uno de los mejores anotadores de Europa, pero su camino al éxito ha sido largo y, de hecho, estuvo a punto de truncarse en 2012, cuando con 19 años se planteó renunciar al baloncesto profesional.

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Punter promedió 28,2 puntos en el último año de instituto en el Salesian High School de New Rochelle (Nueva York), pero sus notas le impedían acceder a la máxima división universitaria (NCAA), por lo que emprendió su primera aventura en solitario en la escuela preparatoria Body of Christ Christian Academy de Raleigh (Carolina del Norte).

El escolta registró 24,2 puntos por partido aquel curso, pero tras obtener por séptima vez una nota insuficiente en el examen de acceso a la universidad, llegó la crisis de fe: "Estuve a punto de dejar el baloncesto. Recuerdo llamar llorando a mi madre y decirle que me pasara a recoger, que no quería seguir jugando".

"Me respondió que me calmara y la volviera a llamar más tarde; si entonces seguía queriendo renunciar, me vendría a buscar. Ella no quería que tomara la decisión en caliente. Pasó media hora y vi que realmente mi deseo era seguir adelante", recordaba Punter en 2022 en el podcast 'The Crossover with Joe Arlauckas'.

Forjado en el Bronx

Nacido y criado en el Bronx hasta los 18 años, el jugador ha señalado en múltiples ocasiones el hecho de haber contado con la dedicación de sus dos padres, algo que en ese entorno no era tan común, como un factor determinante para mantenerse "alejado de las calles" en un contexto en el que "es muy fácil perderse".

"Como muchos otros niños en Nueva York, iba a la escuela y me pasaba el resto del día jugando fuera de casa. Crecí en una cancha de baloncesto. Así es nuestra cultura, era divertido", rememoraba el escolta en el programa serbio 'Oni vole Srbiju'.

Con todo, Punter no escondía la otra cara de la moneda: "No éramos ricos. Mis padres trabajaban todos los días para darnos comida y techo. En el Bronx hay que ser duro. Cuando vas solo a la escuela ves de todo y, si no tienes cuidado, te pueden pasar cosas malas".

Resiliencia en la universidad

Lejos de la 'Gran Manzana', en Sedalia (Missouri), el escolta recaló en el State Fair Community College, integrado en el sistema universitario 'junior college', de dos años, como trampolín a la NCAA. Aunque en el primer curso promedió 13 puntos, su entrenador, Kevin Thomas, contó en 2016 a la 'CBS' que sus compañeros Kenny Chery y Joe Thomasson, ambos con pasado en la ACB, eran entonces "más hábiles y completos".

De hecho, el técnico asistente, Josh Ash, confesó a Punter que no le veía capacitado para jugar al máximo nivel. "Probablemente en ese momento tenía razón, pero usé esas palabras como motivación para trabajar duro y mejorar", comentaría años después el jugador, que durante su formación también fue cuestionado por su delgadez.

El esfuerzo surtió efecto, pues en la segunda campaña escaló a los 20,3 puntos por partido y fue catapultado a la Universidad de Tennessee, donde tras un primer año de adaptación, con 10 puntos de media, explotó con la llegada del entrenador Rick Barnes, quien previamente había pulido a estrellas como Kevin Durant, un espejo para el nuevo jugador del Barça.

Siguiendo los consejos de su técnico, Punter cambió la mecánica de tiro y promedió 22,2 puntos en su último año universitario, que no bastaron para ser elegido en el 'draft' de la NBA tras lesionarse el tramo final del curso. Con 23 años, en 2016, Punter tuvo que empezar de nuevo y emigró al Lavrio de la primera división griega con un contrato de 40.000 dólares por una temporada.

Dudas y eclosión en Europa

"¡Dos semanas antes de irme, ni siquiera tenía pasaporte!", recordaba Punter años después en el podcast 'Urbonus'. Tal fue el choque cultural dentro y fuera de la pista, que en diciembre pidió a su agente que lo devolviera a Estados Unidos, algo que descartó finalmente por razones económicas.

Tras un primer curso a caballo entre el Lavrio y el Amberes Giant belga, el escolta despuntó la siguiente campaña en el Rosa Randon polaco con una media de 19,8 puntos, que le sirvió para terminar la temporada en el AEK de Atenas, club con el que ganó la Copa de Grecia y la Liga de Campeones, y reconquistó el título europeo con el Virtus Bolonia.

Punter debutó en la Euroliga en 2019 con el Olympiacos, pero su rendimiento fue discreto, con una media de 6,8 puntos, y acabó el curso en el Estrella Roja, donde pasó a promediar 15,9 puntos, un papel que le valió su primer gran contrato europeo en el Armani Milan-

En su regreso a Italia, registró 14,9 puntos por partido, ganó la Copa y la Supercopa italiana, y alcanzó la Final a Cuatro de la máxima competición europea, donde fue eliminado por el Barça.

El curso 2020-2021, Punter fichó por el Partizan de Belgrado y, bajo las órdenes del laureado Zeljko Obradovic, el escolta alcanzó su plenitud. Campeón de la Liga Adriática y reconocido como capitán del equipo serbio, estuvo a punto de fichar por el Barça en 2023, cambio que finalmente se ha producido este verano.

Un camino que, como apuntó en 2016 su entrenador en el State Fair Community College, Kevin Thomas, no habría existido sin haber suspendido las pruebas de acceso a la universidad: "Si hubiera obtenido la nota necesaria al salir del instituto, probablemente todo habría terminado en una universidad menor, pero aprovechó la oportunidad que se le presentó para reescribir su historia".

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