Gracias Froilán

En vez de recriminarlo, al rector Froilán Peralta se le debería darle las gracias y felicitar. Quienes les escupieron, arrojaron basura y agua sucia, cuando fue detenido, tendrían que pedirle perdón por esas agresiones que no condicen con actitudes o conductas de inteligentes y educados estudiantes universitarios.

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Entiendo que Froilán se merece una condecoración. Se le debería entregar alguna presea o distinción por lo que hizo y protagonizó con su soberbia, atrevimiento y abuso al frente del Rectorado de la Universidad Nacional de Asunción (UNA).

 Creo que Froilán tendría que recibir reconocimientos y agradecimientos por doquier porque gracias a él se está transformando la rutina en las distintas facultades de la UNA y universidades privadas del país.

 Es que mediante Froilán los fiscales realizaron docenas de allanamientos simultáneos secuestrando documentos escondidos con nóminas de incontables supuestos  ladrones y sinvergüenzas disfrazados de caterádricos. 

Recuerdo sus declaraciones en los canales de TV y radioemisoras: hablaba como un todopoderoso, como el dueño de la UNA, como el intocable a quien no le importaba los reclamos y manifestaciones de los universitarios, a quienes después se sumaron  hasta humildes honestos trabajadores del Mercado Cuatro.

 A medida que Froilán desafiaba y amenazaba, insinuando tener a su lado la fuerza gubernamental y judicial para meter preso a los manifestantes, las protestas crecieron, las denuncias se multiplicaron, las calles se llenaron de miles de manifestantes y las facultades sospechosas de tener a corruptos en su seno comenzaron a ser sitiados por  valientes estudiantes. 

Mediante Froilán se supo que las facultades de la UNA eran verdaderos presuntos nidos de bandidos y ahora muchos cuidadores de caballos, hurreros, chupamedias, planilleros y demás haraganes, que figuraban como docentes universitarios, están  buscando abogados que habrían comenzado a recibir honorarios por adelantado tras prometer soluciones a las eventuales futuras imputaciones. 

El engreimieto de Froilán se convirtió en un bumeráng que regresó sobre el techo del Rectorado de  la UNA en donde estalló como una gran  bomba cuyas esquirlas abrieron boquetes de transparencia en las cuevas administrativas de las facultades de Veterinaria, Ciencias Exactas, Filosofía, Química, Arquitectura, Ciencias Económicas, Odontología, Ingeniería, Derecho y Medicina, entre otros. 

La arrogancia de Froilán aumentó la indignación ciudadana y elevó el repudio contra supuestos decanos corruptos que después de renunciar corrieron como ratas. 

Froilán también nos enseñó la adaptación que puede tener un altanero rector, pues, como todo ser humano, se convirtió en un manso reo común de Tacumbú, en donde con sus pares compartió momentos no similares a los dulces momentos que le tocó vivir en las cómodas oficinas del Rectorado de la UNA. 

Después de recordar lo protagonizado por este singular rector de la UNA,  surgen preguntas como estas: 

¿Habrá un segundo Froilán? 

¿Quién o quienes podrían seguir a Froilán? 

¿Se podría repetir el fenómeno Froilán en el ámbito judicial?

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