Miedo paralizante, que intenta inhibir la presencia masiva ante las urnas y que prepara vilmente el terreno para embarrar la cancha ante cualquier resultado que no les convenga. Es el viejo y conocido juego sucio de la vieja política paraguaya, aquella que si no barremos definitivamente en dos semanas terminará sepultándonos bajo toneladas de basura altamente tóxica en materia ética y moral.
Es un escenario previsible si se tiene en cuenta lo que fueron capaces de hacer el 22 de junio del año pasado. Es la continuación de ese atropello, sumando más desmanes con la firmeza prepotente que otorga la impunidad. ¿Si pueden manejar a su antojo el caso Curuguaty y burlarse de la voluntad popular mediante un remedo de juicio, por qué no hacer lo mismo con estas elecciones?
Sellan alianzas impúdicamente con costas para el sufrido pueblo al que le niegan simultáneamente cualquier posibilidad de avance. Se refugian en el dinero y en el poder obtenido como un botín de guerra negociado asquerosamente entre ellos mientras campesinos y policías todavía velaban sus muertos de Marina Kue. No les importamos nada. Se sienten dueños de nuestras vidas y de nuestro destino como nación. Están dispuestos a todo y vendrán por cada uno de nosotros si no los detenemos.
Lo que a las cúpulas coloradas les tomó 63 años para ratificarse como uno de los regímenes más corruptos del planeta les está tomando mucho menos tiempo a los que se adueñaron del PLRA y sus débiles aliados, que ahora no saben cómo justificarse ante el escándalo de las tierras pagadas por el INDERT en medio de una Semana Santa que quedará en la más triste historia del bandidaje paraguayo.
Lo peor es que justamente ante el miedo propio, que ellos intentan trasladarnos a nosotros, estos personajes son capaces de cualquier barbaridad. Son peligrosos en serio y si la ciudadanía no se moviliza nos terminarán pasando por encima con la vieja y perniciosa práctica de los hechos consumados. Ese método que con tanta eficacia utilizaron para aislarnos del mundo desde junio de 2012, para dejarnos como parias planetarios a los que solo se invita por obligación y se los despide por la puerta de servicio.
¡Cuidado Paraguay! Estamos en emergencia cívica. Los que se pretenden dueños de la voluntad popular, asesorados por sus especialistas del miedo -que han traído del extranjero, siempre tan patriotas y soberanos ellos-, ya han iniciado el ataque final a nuestra débil democracia. No les importa un ápice todo lo que prometen con total desparpajo en pulcros paneles y programas de gobierno rimbombantes. Van tras el botín inagotable de las arcas estatales que ya han comenzado a saquear desde el primer día en el que recuperaron la preciada llave del cofre.
Ahora están dispuestos a quedarse para siempre y no escatimarán método alguno para lograr lo que se proponen. Solo la ciudadanía consciente y activa podrá resistir semejante atropello. ¡Voto castigo el 21 de abril! ¡El único voto útil posible para salvar la Democracia en el Paraguay! Es ahora o nunca, el 22 de abril puede que ya sea demasiado tarde.
Mario Ferreiro
Asunción, 4 de abril de 2013