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Liz Rosana Barboza, su hermano, Víctor Lara Barboza, y su esposo, Alcides Ramón González Bazán, fueron imputados por lavado de dinero y asociación criminal en el marco de la pesquisa del caso Forex. La mujer fue beneficiada con arresto domiciliario, en tanto que los demás guardan reclusión.
La procesada figura como presidenta de una de las empresas de maletín (Muñe SA), que fueron creadas por Felipe Ramón Duarte para efectuar las supuestas trasferencias irregulares de dinero al exterior. Barboza relató que tenía plena confianza a Duarte, por lo accedió a “prestar su nombre”.
“Conozco a Felipe Ramón Duarte desde hace 12 años, trabajaba en forma indirecta con él, me conseguía trabajos. Como era presidente del Colegio de Contadores, una persona conocida en Ciudad del Este, considerada como una referencia laboral importante, confiaba en él y cuando me propuso ser parte de una S.A. (Sociedad Anónima), no le vi ningún inconveniente”, puntualizó.
Igualmente, comentó que no sabía ni manejaba nada de la empresa en la que figuraba como presidenta, ni siquiera asistía a la supuesta oficina, ya que trabajaba como auxiliar administrativo en otra empresa privada y percibía USD 500 mensualmente y su única obligación era firmar las trasferencias.
“Él (Duarte) preparó todo, no dudé en nada, ni sospeché de las irregularidades, porque era una empresa que pagaba su patente, tenía su registro de importador en la Aduana, contaba con domicilio legal. Todo era legal aparentemente”, agregó.
Según Liz Rosa Barboza, Duarte le aseguró que no habría problemas y de existir, él iba hacerse cargo. Como el acuerdo era aparentemente “simple y seguro”, Barboza llevó luego a su hermano para que figure como su vicepresidente y posteriormente a su marido, acotó.
La mujer relató que era como una clienta VIP en los bancos Regional y Amambay, desde donde hacía las trasferencias. “Los bancos jamás cuestionaron las trasferencias que hacía, ni me preguntaron de dónde sacaba el dinero. Al contrario, éramos clientes VIP ahí, decíamos que veníamos de parte del señor Felipe y éramos tratados como reyes”, subrayó.
QUEDARON DEVASTADOS
La procesada contó que desde la denuncia no supo más nada de Felipe Ramón Duarte y que su familia quedó devastada, al punto de que ahora apenas tienen para comer.
“No fuimos beneficiados con el dinero que se enviaba, solo cobrábamos nuestro salario y además las autoridades quieren echar sobre nosotros todo el peso de la ley. Si yo hice lavado, alguien tiene que haber lavado conmigo. No tengo de dónde sacar esos millones, los que estamos en la cárcel somos los pobres. Mi familia está devastada, apenas tenemos para comer”, reiteró, al quebrarse en llanto.
Liz Rosana ahora vive con su mamá que es viuda, su hermano menor y sus tres hijos. Sobreviven de la venta de pescado. Afirma que está vendiendo todo lo que tiene para pagar a sus abogados, además para ayudar a su marido y hermano que siguen en la cárcel.
La misma pidió que las autoridades procesen a los verdaderos responsables y que dejen libre a su esposo y a su hermano, pues asegura que no sabían de las irregularidades que se hacían desde la empresa que figuraban a su nombre.