La crisis sanitaria provocada por el covid-19 reconfiguró el escenario social y económico en todas las economías del mundo. Y en tal sentido, aceleró el uso de la tecnología en un escenario donde los consumidores experimentaron igualmente un marcado cambio de comportamiento que fue acompañado por agentes del ecosistema de pagos.
Ciertamente, debemos representarnos en la amplia (visión) de atribuibilidad conforme nos determina la “doctrina” contemporánea, en razón al desarrollo gnoseológico que se ha generado (en sus inicios) a través del debate analítico de la responsabilidad del Estado. Es que, se ha experimentado un cambio copernicano durante el transitar del derecho penal, conectado a la idea (originaria) de irresponsabilidad total del Estado, bajo la impronta inglesa que enunciaba “The King can do no wrong”.
Una importante evolución de las preferencias en los pagos se registró a nivel mundial en los últimos cinco años, en los que se observa el alza en volúmenes de transacciones electrónicas que ha superado al de los ingresos por pagos, del 17% frente a 6%. También disminuyó a nivel global el uso de efectivo en casi cuatro puntos porcentuales. En Paraguay, el sistema de pago alternativo PIX se sumó desde este año, especialmente en área fronteriza, a la gama de medios de pagos electrónicos que ofrece el mercado, con el objetivo de facilitar la experiencia de compra de los clientes brasileños.
Un informe de Pro Desarrollo y la Consultora Mentu aborda la problemática del aumento de la informalidad en nuestro país, que en el 2023 movilizó alrededor de US$ 23.595 millones, mayor volumen en comparación al 2022 cuando se estimó en US$ 22.019 millones. Este incremento, según los expertos que presentaron el informe, se debe principalmente al auge de actividades ilícitas, principalmente por un mayor flujo de contrabando que se registró en el último año.