El Museo Reina Sofía celebra el centenario de Antoni Tàpies

MADRID, ESPAÑA. El madrileño Museo Reina Sofía alberga desde este miércoles una gran retrospectiva del prolífico artista catalán Antoni Tàpies, con obras de colecciones públicas y privadas de todo el mundo, para conmemorar el centenario de su nacimiento.

Vista de la obra "7 de noviembre" durante la presentación de la exposición 'Antoni Tàpies. La práctica del arte' en el museo Reina Sofía en Madrid.CHEMA MOYA
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La muestra, que va en forma cronológica desde sus inicios como artista autodidacta hasta sus últimas décadas, con obras más experimentales con la muerte y la enfermedad como temas recurrentes, estará abierta al público hasta junio.

“Es verdaderamente una fiesta, es la más grande retrospectiva jamás realizada sobre el artista catalán, con más de 220 obras”, señaló en rueda de prensa el director del Reina Sofía, Manuel Segade.

Antes de llegar al museo en la capital española, una versión reducida de la exposición pasó el año pasado por el centro cultural belga Bozar. Posteriormente, en julio, llegará a la Fundación Antoni Tàpies en Barcelona.

La retrospectiva arranca con las primeras obras de Tàpies, nacido en Barcelona en 1923 y que comenzó su carrera de forma autodidacta copiando pinturas de Vincent van Gogh y Pablo Picasso mientras convalecía de una enfermedad pulmonar a sus 19 años.

Estas primeras salas exhiben autorretratos y pinturas con cualidades fantásticas, pero también la serie de dibujos “Historia natural”, una reflexión sobre el mundo que lo rodeaba que hizo cuando ya había entrado en contacto con las vanguardias internacionales en París, donde residió gracias a una beca.

Pronto Tàpies comenzó a producir las obras por las que es quizás más conocido, cuadros abstractos elaborados con diferentes técnicas, elementos y texturas, en tonos principalmente ocres, grises y negros, con los que buscó “alterar la concepción tradicional de la superficie pictórica”.

El Museo Reina Sofía celebra el centenario de Antoni Tàpies

Aquí destaca “Gran pintura”, un cuadro prestado por el Museo Guggenheim elaborado en 1958 con polvo de mármol y arena sobre lienzo, que con su superficie deteriorada y desgarrada asemeja un muro desgastado por el paso del tiempo.

Es “un pintor que no está limitado por una visión formalista, tradicional, retrógrada de la pintura, es un pintor para el cual la pintura” puede ser “absolutamente todo”, explicó Manuel Borja-Villel, comisario de la exposición.

Las últimas salas recorren las décadas finales del artista, cuando produjo obras de gran tamaño en las que las referencias a la muerte y la enfermedad estaban muy presentes.

La retrospectiva “es una ocasión maravillosa para mirar el legado de (...) un artista prolífico, sin duda el más importante de la segunda mitad del XX en el contexto español” e internacional, señaló Imma Prieto, directora de la Fundación Antoni Tàpies.

Antoni Tàpies i Barba, hijo del artista fallecido en Barcelona en 2012, dijo esperar que sirva para que las nuevas generaciones “y otras que quizás conocían pero parcialmente la obra de mi padre, puedan reencontrarse con ella”.

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