Desde las prótesis a las sillas de ruedas, todo se repara en la Villa Paralímpica

SAINT-DENIS (FRANCIA). Ajustar una prótesis de pierna o cambiar las ruedas dañadas de una silla de ruedas: en el centro de reparación de la Villa Paralímpica, los técnicos están desde el pasado miércoles manos a la obra con el mantenimiento del material cotidiano y deportivo de los paradeportistas.

Fiona Pinar, que perdió el pie derecho tras un accidente de esquí, ha logrado clasificarse para correr en los Juegos Paralímpicos de París con una prótesis tras solo ocho meses de entrenamiento. Ajustar una prótesis de pierna o cambiar las ruedas dañadas de una silla de ruedas: en el centro de reparación de la Villa Paralímpica, los técnicos están desde el pasado miércoles manos a la obra con el mantenimiento del material cotidiano y deportivo de los paradeportistas.Alejandro García
audima

Kady Dandeneau, jugadora canadiense de básquetbol en silla de ruedas, espera paciente a la entrada del centro de reparación, situado en el corazón de la Villa Paralímpica, al norte de París.

Ha venido para ajustar el almohadón de su nueva silla de deporte: “Es realmente práctico poder hacerlo aquí”, comenta a la AFP, antes de describir a una empleada el corte que desea hacer. Esta técnica realiza apuntes con un rotulador directamente sobre la pieza.

Los deportistas tienen acceso todos los días a los servicios del taller, asegurados gratuitamente por la centenaria empresa alemana Ottobock, asociada a los Juegos Paralímpicos desde 1988.

“Reparamos el equipo de todas las marcas, desde las prótesis de marcha para la vida diaria a las sillas de ruedas para carreras”, describe Peter Franzel, responsable del centro de reparación, que espera realizar más de 2.000 intervenciones durante esta edición de los Juegos Paralímpicos, organizados en París del 28 de agosto al 8 de septiembre.

Desde la apertura de la Villa, las peticiones van llegando porque “numerosos deportistas vienen para verificar su equipamiento y también porque a veces se dañan durante el transporte en avión”.

En los primeros tres días, se realizaron ya trescientas reparaciones.

Ruedas, frenos, almohadones

Los cinco bancos de trabajo repartidos en la sala están ocupados en la tarde del sábado.

Dos sillas desprovistas de sus ruedas ocupan el del fondo. Ronny Heinze regula los frenos de la primera y luego cambia un neumático dañado: “Son problemas clásicos, muy frecuentes”, dice este técnico alemán, que ha trabajado en el taller de reparación durante nueve ediciones de los Juegos Paralímpicos.

Con un destornillador en la mano, un compañero desmonta la estructura de la otra silla, propiedad de un jugador de tenis de mesa, partida bajo el asiento, un problema menos común.

En total, 160 empleados de Ottobock procedentes de unos 40 países están presentes para encargarse de las reparaciones en la Villa y en las sedes de las competiciones.

Desde las prótesis a las sillas de ruedas con técnología mundial

“Trabajar con colegas de diferentes países es muy interesante”, opina Hiroki Nakajima, un técnico japonés que está examinando el cojín de una silla de ruedas compuesto por varias celdillas de caucho negro, una de ellas perforada.

Después de haberlo inflado con una bomba de aire, lo coloca en un barreño de agua para identificar el origen de la fuga de aire y taponarla después.

Problemas en el asiento, en los frenos o en las ruedas: la mayoría de intervenciones afectan a sillas de ruedas, compuestas de múltiples piezas, muchas de las cuales necesitan un mantenimiento regular.

Para poder responder a todas las peticiones, el taller dispone de piezas de recambio con 1.500 referencias almacenadas en un espacio enfrente del taller.

Un pequeño pasillo está dedicado a componentes de prótesis de piernas. Diferentes pies y rodillas mecánicos están dispuestos en estanterías metálicas azules. Otro pasillo reúne cajas en las que se amontonan ruedas y cámaras de aire de todas las tallas, para los diferentes modelos de sillas de ruedas.

Tranquilidad

Quentin Queva repara por su parte una pierna ortopédica, rota bajo el pie por el desgaste. Sentado frente a un ordenador en la entrada del taller, escanea la pieza para poder moldear una nueva idéntica.

Emplear esta tecnología permite “ahorrar tiempo y ser más precisos”, indica este especialista protésico francés, que participa por primera vez en el taller de reparación de los Juegos Paralímpicos.

Trabajar para los atletas “conlleva un poco de presión extra, pero es un privilegio”, asegura sonriente.

Varios paradeportistas también acudieron para ajustar las piernas ortopédicas que utilizan en su día a día. “Es importante tener el mejor ajuste posible para gastar menos energía caminando y tener más durante la prueba”, explica el atleta francés de pararremo Alexis Sanchez al salir de uno de los dos probadores situados frente al taller.

Para él, la existencia del taller es “muy tranquilizadora”. “Sabemos que si tenemos el más mínimo problema, podremos reparar el material, lo que nos permite concentrarnos al 100% en la competición”.

Lo
más leído
del día