La nutricionista Gianette Trotte dice que para las personas en las que la alimentación es una fuente utilizada como forma de canalizar emociones o sensaciones desagradables o porque aparezcan la culpa o pensamientos y creencias distorsionados que alteran la conducta alimentaria, es algo que suele afectar en mayor grado a aquellas personas que dan demasiada importancia al físico, perfiles perfeccionistas, inseguros, obsesivos, ansiosos, que necesiten rutinas fijas, con baja tolerancia al cambio o cuyo principal pilar para su autoestima sea la imagen corporal.
Lea más: Alimentación saludable: Dejar a la vista alimentos "reales"
“Aunque cada vez hay más personas que sufren ese malestar por una fijación demasiado extrema con la comida sana, en la mayoría de las ocasiones, viene causado por el miedo a engordar. A ello se suma que, se tiene la sensación de que hay que llegar a cualquier evento en el que se vaya a comer mucha comida “con los deberes hechos” para que sus consecuencias no sean tan desastrosas, y la realidad es que esto genera aún más ansiedad”.
Salir de la dieta no debe causar estrés
“Ideas como “salir de la dieta” o pensar en determinados alimentos como “prohibidos” siguen estando muy arraigadas en una mentalidad en la que las excepciones no suelen tener cabida. Si el hecho de comer sano implica cierta ansiedad o estrés, quiere decir que quizás no se está haciendo desde un punto de vista correcto”, afirma la nutricionista.
Lea más: Ama tu cuerpo por lo que es y por lo que hace por vos
Además señala Gianette Trotte que “La virtud está en el equilibrio. Comemos para vivir, y los alimentos sirven de base para obtener todos los nutrientes que el cuerpo necesita, pero no se debe vivir para comer, por muy sano que algo sea”.
Guías para aliviar pensamientos negativos
La nutricionista dice que lo primero que se recomienda es establecer objetivos, ante un almuerzo, cena o evento en el que va a abundar la comida. Lo ideal sería poder identificar las celebraciones a las que se asistirá y, sabiendo cómo se van a desarrollar, plantear cómo nos gustaría sentirnos después, y establecer unos límites personales realistas. La clave no está en prohibir, sino en dosificar. Aunque no se cumplan tal cual esas pautas preestablecidas, servirán como guía para aliviar pensamientos negativos: reducir el alcohol en la medida de lo posible, limitar dulces y frituras, controlar las cantidades y aprovechar los días posteriores para reequilibrar, volviendo a nuestra alimentación habitual y equilibrada, incorporando nuevamente alimentos como las verduras, hortalizas y frutas.
Lea más: Para una cena saludable: ¿Debo dejar de lado los carbohidratos?
“La idea de hacer un detox o ayuno el resto de los días, no tiene ningún sentido, compensar no comiendo no debería ser una opción, porque esto va a generar más ansiedad”.
“Contabilizar cuántas ocasiones especiales se planean, en comparación con las comidas normales durante este tiempo, ayudará a ver que realmente no son tantos días y que, en los que no haya celebraciones, se puede volver a la rutina habitual. Lo que se hace en la mayoría del tiempo es lo que va a influir en tu cuerpo”.
Consumidores conscientes
Gianette Trotte dice que “Entendamos que no hay alimentos buenos o malos, todos tienen algo que aportar. Comamos con equilibrio y moderación, seamos consumidores conscientes.”
“La culpa aparece en aquellas situaciones en las que se interpreta que se ha hecho algo mal. Cuando aparezca, hay que preguntarse si realmente es así. ¿Alimentarse está mal? ¿Ingerir alimentos más copiosos de los que se consumen habitualmente está mal? ¿Permitirse disfrutar de la comida en compañía está mal?”. Y esta es una lección que deberíamos aplicar durante todo el año” concluye.