Esta mañana, los diputados comenzaron a despedir el año legislativo. Recibieron en sus bancas un pan dulce, gentileza del diputado colorado cartista Jatar “Oso” Fernández, y una invitación del diputado itapuense Carlos Pereira (PLRA, PL) para “sambar” en el carnaval encarnaceno. Estos dos “regalitos” no se comparan obviamente con el autoaumento de G. 6 millones que percibirán desde el 2025, con lo cual pasarán a cobrar G. 38 millones. Sin contar los dos meses y 10 días de vacaciones, desde el 21 de diciembre al 1 de marzo, con excepción de los legisladores que integrarán la Comisión Permanente del Congreso, que presidirá un diputado cartista.
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Hoy la sesión ordinaria arrancó, como de costumbre, sin quórum suficiente. Solo estuvieron 26 presentes en sala, a las 9:30, transcurrida la media hora de tolerancia. Sin embargo, no se levantó la reunión, ya que aprovecharon para realizar un homenaje póstumo al músico Remberto Giménez para dar tiempo a sus colegas a llegar a cumplir con su obligación.
Posteriormente, también hubo conflicto por otra práctica común durante una votación, que es la ausencia momentánea de legisladores, que a último momento quieren consignar sus votos.
Fue el caso de la moción de preferencia solicitada por el diputado colorado cartista Yamil Esgaib, para tratar la próxima semana, el martes 17, su controvertido proyecto para reestablecer los símbolos patrios utilizados durante la dictadura de Alfredo Stroessner.
La moción de Esgaib perdió por un voto, sin embargo, tras el cierre de la votación, intentaron sumar adhesiones de cartistas que ingresaron a último momento, intentando violar el reglamento, que establece que en esos casos se debe solicitar una reconsideración, para lo cual se requiere mayoría de dos tercios.
Ante el conflicto que generó Esgaib con su propuesta e intento de imponerla como sea, el presidente interino de la Cámara, Carlos Arrechea (ANR, B - Oficialista), se ratificó en que lo que correspondía era un pedido de reconsideración. Esgaib, para evitar que se levante la sesión, tuvo que resignarse y admitir su sexta derrota en su intención de restablecer símbolos patrios stronistas.