La Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) socializó ayer su carta pastoral titulada “La esperanza no defrauda” en la que todos los obispos del Paraguay bajaron una postura crítica contra la concentración de poder, la corrupción, el autoritarismo y el crimen organizado.
“La concentración indebida del poder lo vuelve excluyente y distorsiona la autoridad hacia el autoritarismo, lo que a su vez propicia la vulneración de derechos sociales, políticos y económicos fundamentales, creando un ambiente de miedo y sumisión”, reza parte del documento de los obispos.
Asimismo lamentan que las instituciones se estén debilitando debido a los abusos de poder que impiden el ejercicio de la democracia.
“Los abusos de poder debilitan la confianza en las instituciones democráticas. La subordinación de las instituciones públicas al poder económico subyuga voluntades e impide un ejercicio democrático más genuino, no limitado solamente a elecciones periódicas. Esto contribuye a la descomposición moral y social, y limita el crecimiento de una sociedad basada en la justicia y en el respeto irrestricto a la dignidad humana”, continúan diciendo los religiosos del Paraguay.
“La falta de integridad aumenta la desigualdad”
Sostienen, asimismo, que la falta de integridad de las autoridades aumenta la desigualdad social.
“La falta de integridad y de transparencia, los vicios de la administración y las malas costumbres arraigadas en la interacción social alimentan y articulan la corrupción en nuestra sociedad. Se erosiona la confianza, se malgastan y desvían los recursos destinados al bien común, sobre todo privando de recursos urgentes y necesarios para el acceso a la salud universal y a una educación de calidad, reforzando las desigualdades”, sostiene en otra parte la carta de los obispos.
Otros puntos cuestionados por los obispos son la contaminación ideológica de los medios de comunicación, la financiación de grupos de poder, la educación en crisis, incertidumbre en el futuro de los jóvenes, la marginación y desprotección de las comunidades indígenas y el abandono de los pequeños productores en la política rural.
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Sin embargo, en su carta la CEP indica que a pesar de todo esto, siguen creyendo que “otro país es posible”. “La esperanza que llevamos dentro debe hacernos más libres y creativos para imaginar y construir un nuevo orden, basado en la justicia y el bien común. Los cristianos tenemos una gran responsabilidad para contribuir al cambio”, puntualizan los obispos.