Durante el receso parlamentario, se cuestionó duramente que el Congreso gaste G. 5.733.031 por cada sillón legislativo (en total se pagaron G. 1.266.999.851), mientras, por ejemplo, en las escuelas faltaban pupitres. Al culminar la sesión, Fernández, quien tiene una contextura física robusta, reclamó que ni siquiera cabía en la silla nueva. Mostró mayor conformidad con los anteriores sillones.
Los nuevos sillones, a simple vista se aprecia que no tienen la misma solidez que los anteriores, algo que fue percibido también por otros diputados, que de manera informal comentaron que los anteriores daban mayor confiabilidad para recostar la espalda temor a caer.
Cabe destacar que tras la fuerte crítica ciudadana, el presidente del Congreso, senador Silvio “Beto” Ovelar (ANR, HC) anunció una subasta de los anteriores mobiliarios con el fin de recuperar parte de lo invertido en la renovación, pero de momento esto aún no se concretó.