Durante el tratamiento, la exministra de Educación repudió que sus colegas prioricen “el mercado” y recalcó que no existen suficientes “hospitales escuelas” que justifiquen las carreras existentes.
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Reconoció que el proyecto (de suspensión) no era una solución de fondo, pero resaltó que era una medida “paliativa” para que el Estado vuelva a proteger a sus habitantes.
“Ruego a Dios que ustedes y sus seres queridos no caigan en manos de estos improvisados que tienen una precaria formación”, aseveró al recalcar que la iniciativa era el resultado de 10 años de análisis y conversaciones académicas sobre la situación universitaria actual.