Desde un inicio ya se intuyó una confabulación. Ya como una estratagema el diputado Esteban Samaniego (ANR, HC) pidió modificar el orden del día y tratar primero el caso Caapucú y luego el de Loma Grande.
Se percibía que la intención era consumar primero el salvataje a Penayo con votos liberales, así estos luego “devolverían el favor”, y fue efectivamente lo que ocurrió.
En el caso de Penayo, el “abogado defensor” fue el diputado Juan Carlos Galaverna (ANR, HC). Se limitó a exponer las justificaciones presentadas por Penayo ante la Comisión Especial.
Los diputados Édgar Acosta (PLRA), Celeste Amarilla (PLRA) y Roberto González (ANR, FR) defendieron el pedido de intervención (incluso contra sus correligionarios) destacando que ante las sospechas, la intervención no es una condena sino una oportunidad para transparentar la gestión.
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“Qué cantidad de bandidos que tenemos”, dijo Amarilla, que con su acostumbrada verborragia fue más explícita al indicar que corruptos hay “de todos los colores”, y que los liberales deberían de abstenerse de cometer los mismos vicios del Partido Colorado, ya que “queremos ser la copia y terminamos siendo motochorros y ellos son ladrones de bancos”.
“Queremos copiarles a los colorados y queremos hacer lo que ellos hacen. A ellos les resulta porque son genéticamente corruptos y nosotros no podemos ni robar, porque se nos pilla enseguida. Nosotros queremos usar la plata para comprar votos y no podemos porque los colorados compran antes. Basta de copiar a los corruptos colorados, si no se entiende eso vamos a seguir perdiendo”, afirmó Amarilla.