Prestigioso medio internacional es testigo de intento de compra de votos en el Chaco

El prestigioso medio de comunicación de Estados Unidos The New York Times fue testigo, según publicaron, de la intención de compra de votos en Pozo Colorado, Chaco paraguayo, durante las Elecciones Paraguay 2023. En un extenso reportaje describieron el modus operandi de operadores de la Asociación Nacional Republicana (ANR).

Imagen referencial de las pasadas elecciones del 30 de abril en Paraguay.MRR
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“En las elecciones nacionales de Paraguay, el Times fue testigo de cómo representantes del gobernante Partido Colorado intentaban comprar los votos de las comunidades indígenas”. Así de contundente arranca el artículo de colegas que vinieron al país para cubrir las Elecciones Paraguay 2023.

La nota periodística del The New York Times refiere que la comunidad indígena Espinillo está a casi 21 kilómetros del centro de votación más cercano, y en la aldea nadie tiene auto. Relatan que Miguel Paredes, un chofer de ambulancia retirado, se convirtió en una figura política local, porque subió a las familias indígenas a un bus y las llevó al costado de una carretera, a pocos pasos de las urnas.

“Queremos cuidar por ellos”, dijo Paredes, de 65 años, vigilante y de pie junto a seis jóvenes a los que identificó como sus colegas, sostuvo el Times.

“Al caer la noche, Paredes y sus colegas reunieron a algunos miembros de la comunidad indígena y anotaron sus números de identificación. Paredes les dijo que debían votar por el Partido Colorado –la fuerza política dominante de derecha en Paraguay– y asegurarse de que sus compañeros de la comunidad también lo hicieran. Luego, los jóvenes guiaron a los miembros de la comunidad indígena en una simulación de las máquinas de votación en un teléfono, y les indicaron cómo votar por los candidatos del Partido Colorado”, informó el periódico.

También cuentan que ante los periodistas del The New York Times, Milner Ruffinelli, uno de los jóvenes, pasó a hablar en guaraní, una de las lenguas oficiales del país. “Ese pedido de plata que se comprometió con ustedes, eso ya está también y el señor Miguel Paredes va a ver cómo hacerles llegar”, dijo. “Acá no podemos darles nada, ustedes saben por qué”.

En la publicación también los comunicadores internacionales hicieron referencia la práctica de la compra de votos.

“En México, los partidos políticos han repartido tarjetas de regalo, víveres y hasta lavadoras. Los observadores electorales afirmaron que la votación del año pasado en Filipinas estuvo plagada de “compras flagrantes de votos”. En febrero, un político en Nigeria fue capturado con 500.000 dólares y una lista de posibles beneficiarios el día previo a las elecciones nacionales”, indicaron.

Reportó que existen operativos políticos que reúnen a miembros de las comunidades indígenas en el remoto norte de Paraguay y tratan de controlar o comprar sus votos.

“El fin de semana de las elecciones nacionales, el Times fue testigo de cómo representantes del gobernante Partido Colorado intentaban comprar los sufragios de las comunidades indígenas, y más de una decena de miembros de estas comunidades dijeron en entrevistas que aceptaron dinero del partido justo antes de votar”, sostiene el informe.

Amplía diciendo que en uno de los casos, un candidato a gobernador del Partido Colorado entregó personalmente G. 200.000 (casi 30 dólares por persona) a más de 100 votantes indígenas frente a un centro de votación en la localidad ribereña de Fuerte Olimpo, según entrevistas con cinco miembros de comunidades indígenas que recibieron el dinero. Esa cantidad es equivalente a varias semanas de ingresos para las personas más pobres de Paraguay, señalaron.

Néstor Rodríguez, líder de la comunidad indígena Tomáraho, quien recibió dinero, dijo que era una práctica común. “Solamente eso es para comprar tu ropa, eso, para tu familia”, afirmó. Rodríguez votó por el candidato del Partido Colorado, Arturo Méndez, por sus promesas de crear empleos y una nueva carretera, resaltó el Times.

En una entrevista, admitió haberle dado sumas en efectivo a miembros de comunidades indígenas, pero dijo que solo lo hizo porque necesitaban comida y ropa, y el Gobierno los había olvidado. “Sí, realmente los ayudamos. Pero no induciendo al voto de ellos”, dijo. “Sería desalmado no ayudar a esta gente”, publica también el The New York Times, y ABC Color se hace eco.

Consecuencias a la democracia

“La compra de votos puede influir de forma determinante en las elecciones locales, pero rara vez en las nacionales, afirmó Ryan Carlin, profesor de la Universidad Estatal de Georgia que ha estudiado el tema. Sin embargo, siempre socava la democracia al “hacer un cortocircuito en los mecanismos de representación y rendición de cuentas”, dijo. “Si un voto se da por sentado y se otorga a cambio de otra cosa, no hay una promesa política al final”, informó el diario internacional.

El reporte también detectó que en los días previos a las elecciones nacionales, trabajadores de partidos políticos se dispersaron por el Chaco. “En comunidades remotas, los trabajadores suben a los indígenas a los buses, los llevan a sitios cercados y les dan carne y cerveza hasta la hora de la votación, según observadores electorales, activistas locales y miembros de comunidades indígenas que lo han experimentado. El objetivo es controlar a la comunidad antes de que lo haga un partido rival”, revelaron.

“El día de las elecciones, los trabajadores del partido les pagan a las personas indígenas por sus identificaciones –lo que les impide votar– o los trasladan en buses hasta las urnas y les dan dinero. La práctica está tan arraigada, que ha desarrollado su propio vocabulario: hay que “arrear” a los votantes indígenas y llevarlos a “corralones”, publicaron.

“Es como si fuéramos animales que van a ser comprados”, dijo Francisco Cáceres, de 68 años y miembro de la comunidad indígena qom. Observadores electorales de la Unión Europea afirmaron haber sido testigos de estos “corralones” en las elecciones paraguayas de 2013 y 2018, y vieron múltiples casos de compra de votos en los comicios del 30 de abril. Según los observadores, los partidos tratan de comprar los votos de muchos paraguayos, no solo de las personas indígenas”, enfatizaron.

Los operadores, compra de votos y la versión de Peña

Agregaron además que esta práctica forma parte de la robusta maquinaria política que ha fortalecido el control del Partido Colorado en Paraguay, el cual ha tenido el poder durante 71 de los últimos 76 años, incluidas cuatro décadas de dictadura militar.

También hacen referencia a Santiago Peña y lo apuntan como el protegido político de Horacio Cartes, expresidente y actual líder del partido, quien fue sancionado este año por el Gobierno de Estados Unidos por acusaciones de haber hecho sobornos para llegar al poder, afirmaron.

Durante una entrevista antes de las elecciones, Peña afirmó que si la compra de votos fuera una realidad, de todas maneras no afectaría las contiendas. “El argumento de la compra de votos la verdad que no tiene mucho sustento”, dijo. “Nunca se ha podido demostrar un esquema de compra masiva. Si votan 2 millones y medio, 3 millones de electores, ¿Cuántos votos tendríamos comprados?”, señala el Times en su nota.

Entrega de víveres para incentivar al voto

Otra de las evidencias que encontró el Times, es que en el campamento de la carretera, Paredes y Ruffinelli afirmaron que no estaban repartiendo sobornos. Dijeron que el Partido Colorado pagó el autobús, así como el pollo, los fideos y el aceite de cocina que le dieron a la comunidad. Pero estaban allí porque habían construido relaciones a lo largo del tiempo, afirmaron, y estaban haciendo campaña por los candidatos del Partido Colorado porque representaban la mejor opción para la comunidad.

Todos eran libres de votar como quisieran, dijo Ruffinelli, pero esperaba que lo hicieran por el Partido Colorado. “Ya prometieron”, dijo Ruffinelli. Y citó estadísticas: la comunidad indígena representaba el 86 por ciento de los 5.822 votantes registrados en el centro electoral local. Ruffinelli afirmó que estaría analizando los resultados para tratar de determinar si la comunidad los “traicionó”.

Algunos miembros de la comunidad del pueblo enxet sur dijeron que aceptarían dinero, pero que seguirían votando en contra del Partido Colorado. “Si los colorados vienen a ofrecer, nosotros agarramos eso. Pero sabemos por qué vamos a votar: por el cambio”, dijo Fermín Chilavert, de 61 años, uno de los veteranos de la comunidad, continuó expresando el reportaje.

“En una reunión nocturna, Paredes y Ruffinelli les explicaron a los operadores que debían asegurarse de que otros indígenas votaran por el Partido Colorado, incluso ingresando a las urnas de votación con ellos. (Los observadores electorales dijeron que los partidos políticos suelen abusar de las leyes que permiten que las personas discapacitadas vayan acompañadas a las urnas de votación)”, informaron desde el Times.

“Ustedes van a entrar con ellos y como les van a enseñar, ustedes le van a decir dónde hacer clic”, le dijo Paredes a varios miembros de la comunidad, mientras muchos miraban el piso con nerviosismo, recalcó el medio de comunicación.

“A la mañana siguiente, el día de las elecciones, una parada de camiones cerca del centro electoral se llenó de autobuses. Habían transportado a cientos de miembros de comunidades indígenas para que votaran, y cada uno de los buses iba adornado con calcomanías de algún partido político, la mayoría del Partido Colorado. En uno de los autobuses con propaganda del Partido Colorado, los pasajeros indígenas afirmaron que habían recibido cada uno entre G. 100.000 y 150.000 (entre 14 y 21 dólares) y habían votado por el Partido Colorado”, relató el Times.

En otra parte del informe se menciona que un hombre que conducía el autobús, Catalino Escobar, dijo que los votantes habían recibido dinero para comer. (Un sándwich y una gaseosa en la estación de servicio costaban 2 dólares).

“No sabemos de quién es el candidato, la verdad”, confesó Mary Fernanda, de 51 años, quien dijo que había aceptado los G. 100.000 para ayudar a alimentar a sus hijos. “Estoy votando por necesidad nomás”, según el The New York Times.

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