Julio María Sanguinetti, José “Pepe” Mujica y Luis Lacalle Pou viajaron juntos hasta Brasil para la asunción de Lula da Silva como nuevo presidente. Según informaron desde medios de Uruguay, el actual presidente invitó a sus dos antecesores para que lo acompañasen.
Políticos de toda la región están destacando el mensaje democrático y de unidad que brindan los tres líderes uruguayos al mostrarse unidos, abrazados e incluso agarrar la mano de Lula durante su toma de posesión, mientras en otros países, incluso en Brasil, mandatarios anteriores no entregan voluntariamente el mando.
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Lo que dijeron los mandatarios uruguayos
Al ser el foco de atención, Lacalle Pou destacó que la unidad entre los dos expresidentes y él habla de las mejores tradiciones de Uruguay.
“Distintas generaciones, distintos partidos políticos, distintas ideologías y obviamente distintas etapas del país que nos ha tocado gobernar. Creo que hacia adentro, hacia afuera, habla bien del país que todos queremos sin perjuicio de las diferencias, y por supuesto valorar el gesto de los dos expresidentes que aceptaron la invitación”, dijo Lacalle Pou al ser consultado por Subrayado, medio de prensa uruguayo.
Por su parte, el expresidente Sanguinetti calificó lo sucedido de muy importante para su país y hasta Lula les mencionó que la acción no pasó desapercibida. “(Da Silva) destacó el hecho y nos dijo: ‘Bueno, Uruguay con tres presidentes, es un hecho internacional’”, mencionó, según el mismo medio de prensa de dicho país.
Comentó que, por un lado, es una expresión de importancia hacia Brasil, pero también un mensaje para la comunidad internacional. “No es usual que ocurra esto en un mundo en que hoy las cosas están tan crispadas que los presidentes no entregan el mando”, haciendo así mención del hecho de que Bolsonaro no acudió para el traspaso de mando.
Por último, Mujica también habló con Subrayado y dijo que lo importante es sentar una buena imagen para su país. “Lo que vale acá es la imagen del Uruguay. Allá nos sopapearemos y nos daremos con un fierro, como corresponde, pero componemos un nosotros”, consideró.
Finalmente, dijo que primero están los vecinos, tal y como decía el bisabuelo de Lacalle, Luis Alberto de Herrera.
Una demostración democrática
Mientras en Uruguay los mandatarios se muestran unidos en medio de sus diferencias, en Paraguay los exmandatarios lejos están de demostrar una cercanía con el actual presidente, Mario Abdo Benítez. Para analizar esta cuestión, contactamos con el investigador en Ciencias Sociales Carlos Peris, quien primeramente resaltó que el acto de Uruguay fue muy simbólico.
“Es un acto simbólico de una democracia uruguaya que se encuentra institucionalizada, que es de larga data; es el fiel reflejo de políticas públicas aplicadas. Más allá del partido de gobierno, sin importar la ideología, llegó un punto en que se trazaron líneas. Sin importar partidos e ideologías, hay proyectos en común”, analizó.
Resaltó que Uruguay posee una democracia institucionalizada que se mueve con base en proyectos comunes en beneficio de la sociedad. Además, se evidencia que los actores políticos tienen una manera de ver las disputas electoralistas. “A lo mejor dura lo que tiene que durar esa pelea eleccionaria, pero ellos tienen ese proyecto país”, consideró.
Destacó además que la democracia es un símbolo de tolerancia, de políticas públicas y acuerdos. “Uruguay viene a demostrar eso, una democracia consolidada, institucionalizada, que está bajo un proyecto país que se lleva sin importar las ideologías y disputas electorales, que sigue una línea de políticas públicas”, reflexionó.
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¿Qué tan lejos está Paraguay?
“En Paraguay estamos demasiado lejos de eso, porque por sobre todas las cosas las disputas electorales acá no muestran solamente la falta de diálogo y tolerancia dentro de las nacionales, sino también dentro de las propias internas; lo vimos recientemente con el Partido Colorado”, mencionó el politólogo.
Indicó además que la confrontación y la polarización se llevan adelante en todo momento, sin importar las necesidades a nivel país. “No hay puntos de acuerdo, en Paraguay es o blanco o negro, sos mi amigo o enemigo; no existe el punto gris, no existe el diálogo, entonces uno queda en el lado blanco o negro y empiezan a pelearse a muerte”, señaló.
Además, como punto más importante, consideró que en Paraguay no hay ningún proyecto a nivel país que pueda ser llevado a cabo por los sucesivos gobiernos. “Pueden existir programas de desarrollo, la Agenda Paraguay–2030, pero eso después tiene que verse en políticas públicas que puedan seguir sin importar el tipo de gobierno. Hay falta de diálogo, falta tolerancia… Falta dejar de ser una sociedad maniquea”, enfatizó para ABC Color.
Finalmente, insistió en que se requiere de un programa de desarrollo basado en políticas públicas, sin importar las líneas o las ideologías de cada candidato.