<b>La impensada muerte del terrorista Osvaldo Villalba</b>
Cuando Mario Abdo Benítez tomó el poder, el 15 de agosto de 2018, el grupo terrorista Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) ya había perpetrado 128 golpes, entre secuestros y homicidios de civiles, policías y militares, así como ataques a estancias y a instalaciones estatales.
En estos últimos cinco años, el EPP fue muy bien contenido por el Comando de Operaciones de Defensa Interna (CODI), integrado principalmente por las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
Este bloque gubernamental fue creado por el anterior presidente, Horacio Cartes, y tuvo hasta ahora 10 comandantes, 4 de los cuales trabajaron con el actual presidente, Mario Abdo Benítez.
Ellos son Héctor Alcides Grau Domínguez, Leonardo Ibarrola Ruiz Díaz, Félix Ignacio Díaz Centurión y el actual comandante Narciso Domingo López Basualdo
En los periodos anteriores
De los 150 golpes atribuidos al EPP, 22 fueron cometidos en la era Marito, 62 en la era Cartes, 25 en la era Franco, 30 en la era Lugo, 8 en la era Nicanor, 2 en la era González Macchi y 1 en la era Wasmosy.
Se cuenta desde el primer golpe en 1997, en aquel entonces como la banda de Choré.
Con el nombre del EPP la gavilla opera recién desde 2008.
Entre los casos más sonados perpetrados por el EPP en el actual periodo presidencial figuran el secuestro del exvicepresidente Amancio Óscar Denis Sánchez ( de quien nada se sabe), el 9 de setiembre de 2020; el asesinato de tres militares con una bomba, el 29 de julio de 2021; el secuestro del menonita Peter Reimen Loewen, reportado el 6 de diciembre de 2021, y la ejecución de dos peones secuestrados, el 2 de abril de 2022.
Sin embargo, el gobierno central también propinó devastadores golpes al EPP, como la muerte de dos niñas de 11 años que militaban en la banda armada y que eran hijas de los principales cabecillas, el 2 de setiembre de 2020.
También la muerte del mayor reclutador del EPP, Lucio Silva; del jefe operativo de la banda, Esteban Marín López, y del soldado Rodrigo Argüello Larrea, el 20 de noviembre de 2020.
Pero sin dudas el golpe más duro asestado en todos estos años al EPP fue la muerte de su comandante supremo, Osvaldo Daniel Villalba Ayala, el 23 de octubre de 2022, cuando el jefe terrorista fue eliminado con sus soldados Luciano Argüello y Edison Gauto Alegre.
Esas bajas, más las otras producidas en este periodo presidencial, dejaron prácticamente desmembrado al EPP, que ya nunca más apareció.
Quedan vivos unos pocos cabecillas, como Manuel Cristaldo Mieres y Liliana Elizabeth Villalba Ayala, pero el grupo ya no tiene la cabeza pensante que era Osvaldo Villalba.
Con este panorama, el próximo presidente de la República, Santiago Peña Palacios, tiene la gran oportunidad de acabar definitivamente con esta organización criminal que ya mató a 44 civiles, 18 policías y 14 militares.
<b>El intocable de Tacumbú, Armando Javier Rotela Ayala</b>
Un evento trascendental durante el gobierno de Mario Abdo Benítez, que después incidiría drásticamente en la sensación de inseguridad, fue la masacre de 10 miembros del clan Rotela, a manos de integrantes de la facción PCC, en la penitenciaría regional de San Pedro de Ycuamandyyú.
Resulta que cuando eso, el 16 de junio de 2019, en pleno Día del Padre, el grupo criminal Primer Comando da Capital (PCC) prácticamente controlaba todo el tráfico de drogas en la frontera y además se estaba expandiendo a un ritmo desenfrenado en las cárceles de nuestro país, con bautismos masivos de internos “comunes” que de ese modo adquirían cierto estatus en prisión que les garantizaba protección.
La banda rival, clan Rotela, en ese momento no era aún tan poderosa. De hecho, era casi desconocida todavía.
Su líder es Armando Javier Rotela Ayala, quien era conocido como el zar del microtráfico hasta que fue detenido en 2011 en la zona del Bañado Sur de Asunción.
Rotela se fugó de la penitenciaría regional de Misiones al año siguiente, en 2012, y fue recapturado por la Policía en Pirayú recién cuatro años después, en 2016.
El preso más importante del país
Tras la masacre del 2019 en San Pedro de Ycuamandyyú, el gobierno de Mario Abdo Benítez, en una estrategia acertada inicialmente, clasificó y confinó a la mayoría de los jefes brasileños y paraguayos del PCC en la penitenciaría regional de Cambyretá, con lo que descabezó esta organización y cortó los bautismos masivos en las cárceles.
Sin embargo, el gobierno central permitió a las “víctimas” de la masacre, el clan Rotela, que pasaran a dirigir la penitenciaría nacional de Tacumbú.
De hecho, Armando Javier Rotela Ayala es ahora el preso más importante de la República, ya que no solo manda en Tacumbú, sino que su clan copó casi todas las otras prisiones, excepto las de Misiones, Cambyretá y Pedro Juan Cabalero, donde el PCC sí tiene aún fuerza.
Lo insólito es que en Tacumbú el jefe del clan Rotela recibe la obediencia de casi toda la población penal, incluyendo a los propios guardiacárceles.
Aunque parezca poco creíble y suene hasta como un chiste, nadie entra a la zona donde está alojado Rotela, si este no lo autoriza. Ni los directores de Tacumbú llegan a él.
La excusa del gobierno de Marito para no intervenir el penal era que temían un sangriento motín que produjera muertes.
Rotela dirige desde adentro la mayor parte del tráfico de drogas en Asunción y Central. Varios proveedores se van a Tacumbú para retirar drogas y vender en sus barrios.
El temible Rotela, además, instaló la industria del sicariato en la capital, con atentados dirigidos contra un exdirector de Tacumbú, guardiacárceles y otros expresos que “fallaron” con él.
Si Santiago Peña Palacios no acciona contra el clan Rotela, este grupo podría causar estragos durante su gestión.