Esto ante los elementos arrojados por el informe elevado y la declaración brindada por la Dra. bioquímica Milva Auxiliadora Gill Villagra, del departamento de Criminalística de la Policía, quien tuvo a su cargo los análisis laboratoriales de los resultados químicos balísticos tomados de las manos de Javier Ibarra, el casero Máximo Torres y la empleada Aida María Villalba.
La especialista detalló que se utilizó el método de absorción atómica, consistente en un análisis cuantitativo. Este arrojó valores superiores de antimonio en Aida Villalba. Dicho estudio se repitió para tener certeza, y arrojó el mismo resultado.
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La Dra. Gill señaló que una transferencia pudo haber provocado que Aida dé positivo a ese metal y no a plomo; “por lo cual podría descartarse que ella haya realizado el disparo de un arma de fuego, pero sí pudo estar en contacto con pruebas inmóviles del occiso o haberlo tocado, incluso pudo haber tocado objetos que con anterioridad fueran tocados por quien disparó el arma”, había declarado ante los fiscales.
Amplió con que “la misma pudo haber tocado el picaporte de la puerta que tocó la persona que realizó el disparo, dándose así la transferencia del metal, que al ser un elemento pesado queda impregnado en objetos”.
Ibarra fue encontrado sin vida en su casa el 25 de noviembre de 2022 por Máximo Torres y Aida Villalba. Esta última fue la principal sospechosa del homicidio. Sin embargo, se pudo llegar a Óscar Ariel Caballero Sahlmann, como supuesto autor del hecho, detenido en enero.
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Deuda como móvil del hecho
Mediante la pesquisa se obtuvieron mayores datos que fortalecieron la teoría del hecho, pues a través de declaraciones de familiares de Caballero, Ibarra le debía dos meses de salario, equivalentes a unos G. 4.000.000 a Óscar Ariel Caballero Sahlmann.
“Él quería cobrar esos meses de sueldo que estaban atrasados, porque eso le había dicho a su hermana, además de que iba a hablar sobre eso con Ibarra”, había señalado el fiscal Ortiz mese atrás.
A partir de esos datos, surge que Caballero habría ido a la casa de su patrón Javier Ibarra para requerirle el dinero impago y, ante una presunta negativa de Ibarra, se habría iniciado una discusión al final de la cual Caballero habría tomado la determinación de asesinar al exfiscal con dos tiros en la cabeza.
Posteriormente, Caballero huyó llevándose consigo el arma utilizada, que además era propiedad de Ibarra.
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Testigo brindó detalles sobre homicidio de Ibarra
De acuerdo con datos recabados a través de la declaración testimonial brindada por Leonardo Ruiz Ortiz, este trasladó a Óscar Caballero hasta la casa de Javier Ibarra, en San Lorenzo, en una motocicleta. Caballero bajó y él quedó esperando en la calle por 40 minutos.
En un momento dado, Ruiz escuchó disparos, lo que le asustó. Posteriormente, se acercó a él Óscar Caballero, quien le dijo que se retire del lugar.
Cuando Ruiz se movilizaba por San Lorenzo, su biciclo sufrió un desperfecto, por lo que tuvo que llevarlo a pie hasta un surtidor del emblema Copetrol situado sobre la avenida Mariscal López casi Ingavi. Este dejó su moto allí y fue hasta un local de Biggie Express, de donde compró un cargador para su celular, ya que quedó sin batería. Volvió a la gasolinera, donde cargó su teléfono y luego se comunicó con Caballero para indicarle su ubicación.
Era la 1:30 cuando Óscar Caballero le indicó vía llamada que se acerque hasta un taxi estacionado frente a una playa de autos, en el que estaba él.
Ruiz le consultó qué fue lo que pasó en casa de su jefe, pero Caballero no le respondió, sino que le consultó si el desperfecto de su moto tenía solución y Ruiz dijo que sí, entonces Caballero le dio G. 100.000.
Después, Ruiz llamó a un amigo que le ayudó a reparar el biciclo. Unos minutos más tarde, Óscar Caballero se volvió a comunicar con Leonardo Ruiz para pedirle que vaya hasta su casa, ubicada en Zeballos Cue.
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Supuesto homicida pidió ocultar arma hurtada de exfiscal
Una vez en el punto, Óscar Caballero salió de su casa con una bolsa de tela TNT y un estuche para dirigirse después los dos hasta una casa abandonada, situada enfrente. Ahí, Caballero bajó la bolsa, le derramó combustible y le prendió fuego. Dentro de esta, aparentemente había documentos del recién asesinado Javier Ibarra.
Caballero después le entregó un estuche a Ruiz, quien lo abrió y encontró un arma. En ese momento, Caballero le pidió que la guarde o deshaga de ella, a lo que Ruiz accedió por miedo.
Esa misma arma marca Colt estuvo en poder de Ruiz, quien hizo entrega de la misma a los investigadores. Sin embargo, le faltaba el tubo cañón. Empero, el arma igualmente fue remitida al Laboratorio Forense para su análisis.
El fiscal del caso, Julio Ortiz, aclaró que se pudo confirmar que el arma de fuego en cuestión, recuperada, pertenecía al asesinado Javier Ibarra. Esto se pudo constatar mediante registros documentales de la Policía Nacional.