La investigación del caso de la niña desaparecida en Emboscada, departamento de Cordillera, tropieza con un obstáculo que a criterio de la Policía, de ser removido podría arrojar luz a lo ocurrido. La “piedra en el zapato” que para los investigadores pudo haber cambiado el rumbo de la investigación, es la comparación de ADN de los rastros de sangre hallados en el sitio con la de la mamá.
El 15 de abril de 2020 se denunció la desaparición de la criatura del predio del complejo habitacional en construcción Monte Pacará situado en la compañía Isla Alta de la ciudad de Emboscada. La pequeña cumplió 10 años el 20 de agosto de 2022, sin poder festejar un año más.
Al caso envuelven un sin fin de interrogantes para los investigadores por la falta de cooperación, principalmente, de parte de su madre, pero por sobre todo porque a casi tres años de su desaparición no hay rastros de la menor de edad, excepto algunos indicios de los que hasta hoy no hay certeza.
Uno de esos indicios son rastros de sangre que se encontraron, sobre una piedra a pocos metros de la casa y en una gasa, tirada en un basurero que estaba situado en la parte posterior de la vivienda. Especialmente en este último elemento, la cantidad de fluido era importante.
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ADN: una deuda pendiente para los investigadores
El policía de Homicidios, subcomisario David Delgado, manifestó a ABC que en este caso es una piedra en el zapato de los investigadores, “porque realmente se trabajó mucho. Se hicieron muchas cosas y el caso se quedó en ‘stand by’”.
Con relación a las muestras de sangre que se levantaron de Monte Pacará, de la piedra, del basurero y hasta de la camioneta del alemán, Delgado señaló que “dieron positivo a sangre humana conforme a los estudios laboratoriales”.
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Sin embargo, “todas las muestras tenían que ser procesadas con un estudio de ADN. Ahora, ninguna fue sometida a la prueba porque hubo una negativa de la madre a someterse, a raíz de su negación fue imputada, procesada y condenada por desacato”, expuso el subcomisario Delgado.
Para la investigación, “lo ideal hubiese sido que se hayan sometido a la prueba y hayamos tenido un resultado más claro en ese panorama, para saber si esa sangre correspondía a la niña o no. Eso era lo interesante para nosotros, pero jurídicamente no se pudo”, lamentó Delegado.
En ese contexto, el subcomisario de Homicidios enfatizó “ese análisis es una deuda pendiente y muy importante, porque para nosotros los investigadores nos hubiese servido mucho, porque era etapa incipiente y se pudieron haber hecho más diligencias. Iba a servir para saber qué se está investigando si un homicidio o una desaparición, hoy por hoy no podemos decir que la niña está muerta porque no tenemos elementos y tratamos como desaparición”.
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Interrogantes dentro del caso
Delgado explicó que junto con su equipo intervinieron en el caso recién seis días después. En ese aspecto comentó que “el día de la desaparición le vieron al alemán, entrar por una zona donde no era habitual. Hay tres salidas comprobadas de él. Nos pareció raro que la camioneta entrara y saliera rápidamente de ese lugar”.
El subcomisario señaló que la primera salida del ciudadano extranjero en su camioneta se registró a las 9:15 de ese 15 de abril, según registros de las cámaras de seguridad de la zona. Con esta fue a buscar al alambrador, un hombre de 51 años, con quien posteriormente fue a una ferretería para comprar herramientas y elementos para el trabajo.
La segunda salida ocurrió a las 10:00, para Delgado se da esta casi en coincidencia con la hora de la desaparición de la niña de 7 años; y a las 12:00 se dio una tercera salida de Monte Pacará, que es el momento en el que falla el camino para salir a la ruta principal. Esta salida, según dijo Delgado, fue negada por el extranjero que insistió varias veces en que sólo salió dos veces.
Para Delgado además resultó llamativo que, el día que la niña se extravió la mamá y la hermana, junto con otro ciudadano alemán comenzaron a buscar por el predio, no así el extranjero que era pareja de la madre de la niña.
Pesquisa ahora se centra en conseguir información
El subcomisario Delgado manifestó que, actualmente, “la pesquisa por la desaparición de la niña sigue en pie, solo que más pausada. Implementamos un sistema de trabajo que consiste en captar información a través de la ciudadanía”.
Ese trabajo, según explicó Delgado, consiste en la creación de una red de informantes, con varios contactos con la ciudadanía. En otro momento incluso señaló que para corroborar los datos o intentar obtener nuevos, los investigadores vuelven a la zona de la desaparición para ver si los vecinos recuerdan algún otro detalle que pueda servir a la investigación.
Resultados de ADN dieron un trayecto en el caso Luz Dahiana
El otro caso que intriga a los investigadores es el de la joven Luz Dahiana Espinoza Colmán, de 22 años, que está desaparecida desde la madrugada del 18 de setiembre de 2021. En esta causa que investiga la agente fiscal de Itá, Daysi Sánchez, está procesada y acusada por feminicidio la expareja de Luz, Joel Guzmán Amarilla Jara (32).
Actualmente el proceso penal se encuentra a la espera de la realización de la audiencia preliminar, que fue fijada para el próximo 21 de febrero.
La representante del Ministerio Público acusó a Joel Amarilla al contar con suficientes elementos de convicción de que el mismo sería culpable del hecho punible de feminicidio, pese a que el cuerpo de la joven, a un año de su desaparición, aún no fue encontrado.
Entre los elementos existentes y con los cuales acusó la fiscala están, las muestras de sangre que fueron levantadas del departamento en el que vivía la pareja, además de las que fueron recogidas de los muebles y las prendas de vestir de Luz Dahiana. Todas estas dieron positivo a sangre humana y, tras ser sometidas a un estudio de ADN, se confirmó que el material es de ella.
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El cuerpo de la joven fue, supuestamente, cercenado y posteriormente arrojado a un lugar del departamento Central; uno de esos sitios fue, según había dicho Joel Amarilla, un pozo en la ciudad de Julián Augusto Saldívar, donde bomberos voluntarios realizaron la búsqueda pero sin éxito.
Otro sitio en el que se llevó a cabo la búsqueda de los restos de Luz Dahiana fue un tajamar, ubicado a un costado de la azucarera Vaezken de Guarambaré, a donde los investigadores llegaron a través de datos aportados por un joven que supuestamente vio a dos personas arrojar, esa madrugada, varios paquetes de distintos tamaños envueltos en bolsas negras. Las labores se detuvieron por parte del Ministerio Público por la falta de recursos.
ADN terminó por condenar al autor en crimen de Teresita Lichi
La joven conocida como Teresita Edith Lichi Riveros (20 años), era estudiante de la carrera de kinesiología. La misma vivía en el distrito de Coronel Martínez y diariamente se trasladaba unos 20 kilómetros para asistir a sus clases en la Universidad Católica, cuya filial está en la ciudad de Villarrica en Guairá.
En ese tiempo ella mantuvo una relación con el abogado Guillermo Saúl Duarte Villalba que terminó en marzo de 2012.
Aparentemente, Guillermo Duarte, no aceptó esa ruptura e intentó volver con ella en reiteradas ocasiones, pero sin éxito.
Un mes después, el 17 de abril de 2012, Teresita Lichi salió como de costumbre de su casa con destino a la universidad. Sin embargo, no regresó a su domicilio esa noche. Tres este hecho, la familia comenzó a desconfiar de su expareja Guillermo Duarte, sin embargo este solo decía que perdió contacto con ella.
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Es más Duarte, tras ser increpado por la familia e interrogado por la Policía, había dicho que en el único contacto que tuvo con la joven, esta le había manifestado su intención de ir a trabajar a Asunción y que luego ya no volvieron a hablar. A los parientes de la muchacha esta versión les pareció poco creíble, pues ella estaba dedicada a su carrera.
El 7 de julio de 2012, tres meses después de la desaparición de Teresita Lichi, sucedió algo que cambió el rumbo del caso, pues en el establecimiento de Herminio González Cristaldo, ubicado en Ñumí (Guairá), su esposa Norma Escobar, encontró unos huesos al costado del arroyo cuando fue a buscar a su ganado.
La pareja dio aviso a la policía y con intervención fiscal se rescataron varios huesos más, entre ellos un cráneo al que le faltaba la mandíbula. Estos restos óseos fueron suficientes para la prueba de ADN que arrojó como resultado la correspondencia a Teresita Lichi.
En medio de la investigación se confirmó que los huesos fueron traídos agua arriba hasta la propiedad de González, desde la propiedad de Guillermo Duarte. Estos elementos posibilitaron su detención como principal sospechoso y más tarde su condena a 23 años de prisión, la cual fue ratificada por la Corte ya incluso.