Asunción, Madre de Ciudades vanagloriada en versos y amada por muchos, sufre hoy en día por culpa de sus habitantes. Una interminable fila de basuras adorna las calles asuncenas, mientras que algunos baches y un obsoleto desagüe pluvial terminan por desvalorizar a la capital; sin embargo, ante tantos puntos negativos, un personaje atribuye la respuesta adecuada a la construcción de la imagen de la Virgen María.
¿En qué se relaciona una imagen religiosa, que arrastra a miles de feligreses, con una ciudad deteriorada por los estragos en sus calles? Probablemente Guillermo Willy Cortés, precandidato a intendente de Asunción por el Partido Liberal, tenga una respuesta ante semejante enigma, ya que el mismo expresó en una entrevista su sueño como futura autoridad comunal: construir una estatua de la Virgen María en la Bahía de Asunción.
“La estatua debería ser la más grande del mundo y con ella la bahía estaría recibiendo a su gente de nuevo, ya que Asunción le dio la espalda al río Paraguay”, manifestó Cortés, animando a cambiar la ciudad “dolida y golpeada” debido a la ineficiencia de las autoridades. Aunque más de una persona espera algún plan que al menos ponga fin a la proliferación de basuras, el precandidato liberal pretende cortar con todos los males capitalinos a través de una estatua.
De esta manera, obviando lo que figura en la Constitución Nacional, el reconocimiento de la libertad de culto, religión e ideología figura como letra muerta para Guillermo Cortés, quien parece no tener en cuenta que, si su plan se concreta, sería el soñado monumento el que dé la espalda a muchos habitantes que no profesen las mismas creencias.
La infraestructura de varios lugares públicos deja mucho que desear, mientras apreciamos cómo los espacios se desmoronan poco a poco y quedan en el olvido, haciendo desaparecer cualquier vestigio de los buenos tiempos. Con aquellos golpes que sufre nuestra capital, la muy aclamada Madre de Ciudades está obligada a cumplir su rol maternal con la suciedad, la destrucción y la indiferencia.
Ante tantas cuestiones negativas que aquejan como una enfermedad crónica a Asunción, no existe una estatua superheroína capaz de librar de todo mal a una ciudad sumida en miseria. Sin embargo, si la construcción del monumento religioso será pagada con el dinero del ideólogo, no hay ninguna objeción, siempre y cuando no se toque el bolsillo del pueblo para llevar a cabo la “milagrosa” solución de los problemas capitalinos.
Por Macarena Duarte (18 años)