“Typycha tojeroky, taiñesperánsa kosina”, dice uno de los versos de Kuña Guapa, una canción popular. Este tema musical retrata fielmente la visión tradicional hacia la mujer paraguaya, quien es concebida solo con una escoba en la mano, una matriz fértil y sentido maternal; de esta manera, se tiende a separar injustamente al sexo femenino de otros ámbitos como la política, la economía y las ciencias en general.
Hace 153 años, un 24 de febrero de 1867, se reunía en Asunción la primera Asamblea de Mujeres Americanas, donde Las Residentas ofrecieron sus joyas a fin de que el país no se doblegue ante la fuerza aliada durante la Guerra Grande. Actualmente, en este día se exalta la figura de la paraguaya y se incrementan tanto la admiración hacia este grupo humano como las protestas que buscan frenar la violencia milenaria de la que es objeto.
Al hablar de la posguerra, la figura de la mujer se vindica como "pilar del hogar y reconstructora nacional", con lo que se enfatiza la labor femenina en el cuidado del terruño, así como la procreación y formación de nuevos ciudadanos; de este modo, se arrojan otras acciones heroicas de estas mujeres en un mar de olvido. Este enfoque plantea obligatoriamente una pregunta: ¿el papel de las féminas se limitó siempre a un vientre que pueda albergar el futuro patrio o nuestras antecesoras también se realizaron como personas en áreas ajenas al hogar?
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JOYAS ENTERRADAS EN LA MEMORIA
Desde el surgimiento de nuestra república hasta la actualidad, la mujer paraguaya ha tenido un papel fundamental en el país; sin embargo, los nombres de las protagonistas de nuestra sociedad son olvidados por la memoria colectiva. De esta manera, una mirada a la historia nos muestra a personas como Juana María de Lara y Josefa Facunda Speratti, dos próceres femeninas que también lucharon por conseguir la independencia patria en mayo de 1811.
El feminismo paraguayo vio la luz en los párrafos de “Humanismo”, la tesis elaborada en 1907 por Serafina Dávalos, quien fue la primera abogada y cofundadora de varios movimientos de defensa de la mujer, junto a la abogada feminista Virginia Corvalán. Ambas fundaron, junto con un grupo de mujeres, el Centro Feminista Paraguayo en 1920, lo cual representa un suceso muy importante para la historia de las luchas femeninas.
Con un arma al hombro y vestida de traje militar, Manuela Villalba luchó por el territorio chaqueño en batallas como Nanawa. Con indumentaria masculina, la mujer se había infiltrado en el ejército paraguayo para defender a su patria y, a la vez, acompañar a su hermano Juan al campo de guerra. La identidad de Manuela se descubrió cuando, luego de haber abandonado el frente de batalla para ver a su madre enferma, fue condenada a fusilamiento y salvada por su hermano, quien confesó el verdadero género del soldado "Manuel".
En nuestro país, el periodismo tuvo su primera representante femenina en 1902, cuando la comunicadora Ramona Ferreira fundó el periódico “La voz del siglo”, del que ella misma fue directora. Actualmente, la figura de esta mujer representa un hito para el feminismo nacional, pues existe un movimiento que lleva el nombre de “Las Ramonas”, en honor a Ferreira y sus ideales.
CÁPSULAS DE LA LUCHA FEMENINA
Utilizando diversos caminos y recursos, la mujer paraguaya luchó para conquistar derechos, según explica la historiadora Mary Monte de López Moreira. “Hay muchos aspectos que resaltar acerca de la mujer paraguaya, como el hecho de que se haya ocupado de la economía y de la nación luego de la Guerra contra la Triple Alianza. Estas mujeres no fueron aceptadas inmediatamente en la vida pública, pero se ganaron espacios poco a poco”, relata.
La especialista destaca que hubo mujeres cuyos nombres particulares no pasaron a la posteridad, pero formaron conjuntos que marcaron la historia; tal es el caso de las concepcioneras que, en 1901, se movilizaron debido a unas elecciones fraudulentas en el Senado. “Todos estos ejemplos colectivos e individuales constituyen píldoras de las luchas femeninas que se conocen muy poco”, comenta.
Además, Mary Monte destaca el papel de docentes como Asunción Escalada, quien instituyó el primer colegio para niñas; asimismo, la especialista menciona a Rosa Peña y las hermanas Adela y Celsa Speratti, quienes fundaron la Escuela Normal de Maestras. “Estos personajes resaltaron por su intelecto, recurriendo a la educación para ocupar espacios pues, posiblemente, en esa época esta era la única vía para que la mujer sobresalga”, afirma.
Gran parte de la lucha de las mujeres tenía la mirada puesta en la conquista de los derechos civiles y políticos, lo cual se consiguió en 1961 con la aprobación del voto femenino. “A partir de los 80, surgen nuevas movilizaciones interesadas en derechos paritarios con el varón, los cuales permiten que la mujer ocupe espacios en el poder; los esfuerzos continúan hasta hoy ya que, en todo el período de la transición, las mujeres no sobrepasaron el 20% en los cupos de poder del Congreso”, señala la historiadora.
NUEVAS LUCHAS DE LA MUJER PARAGUAYA
La participación de la mujer en diversos sectores continúa desarrollándose con dificultad, entre limitaciones y obstáculos impuestos por el contexto actual. La lucha por exponer agresiones, desigualdades y estereotipos se intensificó en los últimos años; sin embargo, esta labor de concientización no parece suficiente para que las injusticias pierdan fuerza.
Asimismo, desde su lugar de trabajo, las mujeres luchan contra un enemigo que las acorrala de manera silenciosa y permanente: la brecha salarial. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, muchas mujeres que trabajan no poseen seguridad social y, además, sus ingresos mensuales corresponden al 70% de las ganancias de los hombres.
Otro de los despiadados contendientes de la mujer paraguaya en la actualidad es el feminicidio que cada año se lleva una gran cantidad de vidas. En el 2018 se registraron 57 feminicidios, mientras que el año pasado la cifra se redujo a 40; pese a esto, el 2020 ya lamenta varias muertes de mujeres.
Por otra parte, las niñas constituyen un sector muy vulnerado debido a diversos factores como el abuso sexual y el embarazo precoz. Este último provoca que, cada día, dos niñas de entre 10 y 14 años den a luz, mientras que dos adolescentes de entre 15 a 19 se convierten en madres, lo cual deriva en la deserción escolar de las niñas y adolescentes en situación de maternidad.
CRIEMOS NIÑAS PODEROSAS
Muchas líderes estudiantiles son concientes de las barreras que se presentan en la vida escolar de un gran número de niñas. “Creo que se deben establecer políticas públicas para proteger a las niñas y brindarles herramientas”, afirma Tamara Cabello, integrante de la Federación Nacional de Estudiantes Secundarios.
“Comprendo que el sistema no cambiará de la noche a la mañana, pero me parece que una de las soluciones a corto plazo para evitar la deserción escolar en niñas madres sería implementar guarderías en los colegios”, agrega la adolescente.
Tamara asegura que, incluso dentro de las instituciones educativas, el machismo se encuentra instalado y es promovido por algunos educadores. “Por ejemplo, si un docente tiene que elegir algún estudiante para representar a su clase o al colegio, es más probable que elija a un varón”, comenta la dirigente estudiantil.
Según Tamara, los colegios no estimulan la participación de las niñas y adolescentes en espacios de política escolar. “Necesitamos con urgencia crear talleres, espacios de diálogo y debates para que las niñas sepan que, en el futuro, pueden ocupar cargos de decisión y se sientan poderosas”, argumenta.
NO PODÉS SER LO QUE NO PODÉS VER
Para Lidia Quintana, ingeniera agrónoma e investigadora del Conacyt, las paraguayas deben ser apreciadas todos los días y no solo el 24 de febrero. “La mujer guaraní es valiente, guerrera y diariamente procura sacar a su familia adelante sacrificando su propia vida”, sostiene.
Según la ingeniera Quintana, el interés del gobierno y de los medios de comunicación hacia las mujeres que incursionan en la ciencia es muy reciente. “La presencia de la mujer en la ciencia se remonta a la figura de la ingeniera agrícola Rosita Benítez Portillo, quien formó parte del Instituto Agronómico Nacional de Caacupé, iniciándose en la investigación científica en la década del 60”, acota la especialista.
Asimismo, Quintana destaca las figuras de ingenieras agrícolas como Verónica Machado, quien realizó trabajos de investigación acerca del maíz en la década del 70, y Graciela Gómez, quien elaboró estudios sobre algodón y tabaco; a criterio de la especialista, es importante visibilizar estos ejemplos y enseñarlos a las niñas. “Creo que no podés ser lo que no podés ver, por ende, hay que empezar a trabajar desde la escuela primaria y enseñar a las niñas que las carreras científicas son tanto para mujeres como para hombres”, afirma.
Según datos de la Unesco, solo el 28% de los investigadores en el mundo son mujeres lo cual, para la ingeniera, tiene diversos factores incidentes. “A pesar de que la mujer ha demostrado ser capaz de liderar en distintas áreas antes ocupadas solo por hombres, a la hora de seleccionar en un concurso los perfiles de un investigador/a en una institución pública o privada, sobre todo en los cargos de direcciones, se tiene preferencia por la figura masculina, a causa cuestiones culturales, sociales y políticas”, asevera Lidia Quintana.
DESENTERRANDO TESOROS BIOGRÁFICOS
Resulta importante que las acciones de nuestras antecesoras no se oculten entre las telarañas del olvido. Por ello, cada año se realizan charlas para resaltar la labor intelectual, artística e ideológica de las mujeres.
El lunes 24 de febrero se llevará a cabo un conversatorio acerca de la participación de la mujer paraguaya en la vida política y pública a lo largo de la historia, de la mano de las profesionales en la materia Milda Rivarola y Mary Monte de López Moreira. El evento se desarrollará en el teatro Ignacio A. Pane y es organizado por iniciativa del Ministerio de la Mujer y el Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral.
Más allá de ser solo un vientre procreador de ciudadanos, la mujer paraguaya realizó importantes acciones que se extravían en la memoria ciudadana, debido al enfoque androcentrista de la historia y la sociedad. Es hora de brindar a la mujer paraguaya el lugar que se merece en el podio de la historia: exactamente a la misma altura que su par masculino.
Por Belén Cuevas (18 años)