Como una historia de nunca acabar, las reglas irrespetadas persiguen a nuestra nación, ya que la ciudadanía parece haber declarado la guerra al cumplimiento de las normas de tránsito. Aunque la tierra guaraní no se caracterice especialmente por ser la más honesta, íntegra y ejemplar, uno de sus defectos exhibidos sin vergüenza sigue relacionado al ámbito vial pues, en lugar de seguir las reglas, el paraguayo parece inventar sus propias instrucciones a la hora de conducir.
Desde respetar el semáforo y las señales de tránsito hasta evitar quedarse estacionado sobre la franja peatonal, acatar los reglamentos básicos se presenta como un padecimiento para los conductores, similar al castigo de Sísifo por parte de los dioses, pero con una diferencia: en lugar de cargar eternamente una roca por una colina, los conductores se sienten condenados a arrastrar normativas. Sin embargo, muchos se ven “librados” de dicha obligación, haciéndose los ñembotavy.
De esta manera, más de un auto aprovecha para pasar de largo una luz roja, adelantarse en el carril derecho y darse el “lujo” de estacionar en doble fila; esto sin mencionar a los motociclistas que se creen dueños de las veredas y buscan acortar una cola, transitando el camino del peatón. Las reglas de tránsito son muchas y cada una figura con una respectiva multa si no es cumplida pero, así también, aquellos que deben velar por el ejercicio de las mismas desvalorizan las normativas viales, invisibilizándolas ante la ciudadanía.
“Queda totalmente prohibido estacionar en las calles de sentido único” o “no se permite que un conductor pare su vehículo en alguna bocacalle” conforman el estatuto que, en teoría, busca mantener en orden el tránsito vehicular. Al final, todo se convierte en un circo y las calles toman forma de un ring en el que el conductor más caradura llega con mayor rapidez a su destino.
Por otro lado, la Municipalidad de Asunción puso en marcha una campaña para iniciar el año escolar con responsabilidad y compromiso, ya que las zonas educativas están envueltas en un caos vehicular cuando los padres acercan a sus hijos a la institución. “No tapes las cebras y recordá que la luz de stop no te hace dueño de la calle” es un mensaje que la comuna capitalina envía a todos los conductores y, más aún, a los padres que son el ejemplo directo de los niños.
De este modo, ayer la Policía Municipal de Tránsito multó a varios padres de estudiantes del colegio Cristo Rey por entorpecer el flujo vehicular al estacionar en doble fila. Eso fue a la hora de entrada, pero a la salida, como los agentes ya no estaban, volvieron a la costumbre de dejar sus vehículos en doble fila mientras buscaban a sus hijos.
Los conductores no pueden obviar las obligaciones y pretender que las responsabilidades son inexistentes o moldeables a las preferencias de cada uno. Al menos se deben respetar las reglas de tránsito para no dejar al descubierto la gigantesca falta de educación en cuestiones normativas y no creerse el único conductor de la calle con autoridad para manejar el tránsito de acuerdo al nivel de prisa.
Por Macarena Duarte (18 años)