El 25 de noviembre de 1960, tres mujeres dominicanas fueron encontradas muertas en el interior de un automóvil. Ellas eran las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, a quienes se conocía en el ambiente político de su país como “las mariposas” y eran férreas detractoras del entonces dictador Rafael Trujillo, así como activas militantes feministas.
Aunque la trágica escena parecía indicar que se trataba de un accidente, los múltiples golpes y las señales de tortura en los cuerpos denunciaban abiertamente a los culpables. Así, en honor a la brutal muerte de estas militantes, desde 1981 las mujeres latinoamericanas se reúnen cada 25 de noviembre para crear conciencia acerca de la plaga social que representa la violencia de género.
Esta movilización, que posteriormente adquirió carácter mundial, nos llama a analizar con atención las oscuras cifras de violencia que empañan la vida de mujeres y niñas en distintas regiones. Tan solo esta semana, nuestro país fue testigo de dos casos de feminicidio, que se suman a la lista de 39 víctimas en lo que va del año.
Las consecuencias del feminicidio no solo afectan a las mujeres, sino que repercuten de manera directa en los menores de edad que quedan desamparados luego de la muerte de sus madres; según datos oficiales, este año los feminicidios dejaron 67 niños huérfanos. Paralelamente, en este lapso hubo 57 tentativas de asesinato de mujeres.
Estos números negros, muchas veces, se dan dentro del círculo más cercano, pues son parejas, amigos y familiares quienes arrebatan vidas de mujeres. Lo mencionado, sumado al constante acoso, los abusos sexuales y las desigualdades existentes en diversos sectores como el laboral y el educativo, representan un problema al que la sociedad, en conjunto y sin distinción de género, debe poner un alto.
Desde una visión global, la violencia de género adquiere más y más figuras, expandiendo sus tentáculos sobre la vida emocional, social y reproductiva de millones de mujeres adultas y niñas. En el marco de la lucha contra estos tipos de agresión, resulta indispensable conocer que, mientras en gran parte del mundo se reconoce la independencia femenina, hay países donde aún es legal ejecutar a una mujer por apelar a su voluntad sobre su vida sexual.
En esta misma línea de calamidades, se encuentra la mutilación de los órganos genitales femeninos que, según la Organización Mundial de la Salud, afecta a 200 millones de niñas y adolescentes en 30 países de África, Oriente Medio y Asia. Aunque estas realidades parecen ajenas a los intereses locales, la lucha busca visibilizar también estos casos de agresión.
En nombre de quienes no hablan y de aquellas que ya no pueden hacerlo, el lunes a la tarde acercate al punto de encuentro, en la plaza Italia, participá de la marcha y prestá tu voz a esta noble causa.
Por Belén Cuevas (17 años)