La opinión pública puede ser catalogada como una similitud o acuerdo de un gran porcentaje de personas con respecto a algún hecho de relevancia para la realidad social. Casi todas las decisiones importantes se toman con miras al pensamiento general, así que la postura de la mayoría es bastante trascendente en cualquier ámbito.
¿Quién es en realidad el dueño de la opinión pública? No hay un dueño único, tampoco uno definido, pero sí se puede, a través de ciertos métodos, determinar lo más cercano a ser poseedor de la opinión mayoritaria de la sociedad. La capacidad de convencer al presentar ideas claras y el tener facilidad de discurso supone una vía completamente eficaz para ganarse a la opinión pública.
Un político, por ejemplo, si cuenta con un buen discurso, si llega bien a la gente y si presenta sus argumentos de buena manera, es capaz de adueñarse de la opinión pública en gran escala. Para alguien que se encuentra en un cargo público e importante, el pensamiento de la sociedad puede ser un arma de doble filo, ya que si no lo tiene de su lado, su situación es muy oscura, pero si lo tiene, es más probable que logre sus objetivos, gracias al apoyo de la gente.
Encuestas locales señalan que un grandísimo porcentaje de personas desaprueba la gestión del actual presidente Mario Abdo, luego del polémico acuerdo bilateral de Itaipú. La prensa, al informar y opinar sobre la situación de Marito, contribuyó para aclarar y formar una opinión en mucha gente.
Los medios de comunicación pueden influir de gran manera en el pensamiento general; hay distintas formas de publicar una noticia y, a veces, se nota el enfoque que se le quiere dar. Igualmente, depende de las personas quedarse con solo lo que dice un medio o informarse con más de uno para obtener distintos puntos de vista y así llegar a una conclusión más cercana a la verdad.
Es bastante dificil, prácticamente imposible que haya un acuerdo total en temas de importancia sobre la realidad de una sociedad. Cada persona tuvo una educación distinta y una vivencia particular, es decir, la visión y opinión de la gente suele ser muy diferente en ciertos puntos.
Nunca se podría llegar a una aprobación general de cualquier propuesta, pero como señala la teoría del espiral del silencio de la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann, cuando existe una mayoría que piensa igual, la minoría suele ser pasada al segundo plano o hasta es forzada a aceptar la decisión general, como funciona en una democracia interna.
Por Diego Benítez (19 años)