En nuestro país nos sobran muletillas; la existencia del idioma guaraní nos permite ampliar enormemente nuestras frases con el jopará, porque en el idioma nativo las palabras dulces tienen una pizca más de azúcar y los plagueos se vuelven más agrios. Entonces, sin ningún tipo de diferencias de clases sociales, la mayoría de nuestros compatriotas tiene sus muletillas.
Acá decimos "luego" para reafirmar un concepto establecido anteriormente; si aconsejamos algo y a la persona le fue bien con nuestra ayuda, soltamos la frase de "te dije luego". Es decir, pocas veces utilizamos la palabra "luego" para su significado real, que es sinónimo de "después".
El “ko”, el “pio”, el “gua'u” y el “kore”, entre otros, constituyen vocablos que se volvieron prácticamente indispensables a la hora de una charla normal. A veces hasta creamos frases que solo nosotros podemos entender y que a un extranjero le darían vueltas al cerebro como “anda por su cabeza”; cualquier persona ajena a nuestra cultura podría pasarse horas tratando de entender qué quiere decir.
A veces, la traducción directa del guaraní tiende a sacarle el sentido a algunas frases en español, el ejemplo anterior de “anda por su cabeza” significa “oiko iñakãre” en guaraní y se refiere a una persona que hace lo que quiere con su vida. El “vení un poco” es otro clásico, nosotros vamos a entender perfectamente que nos están llamando, pero un extranjero no va a saber si ir, si venir o si quedarse a mitad de camino.
Muchas veces, los agregados que le damos al hablar, ya sean “tipo”, “dale” o “ndera” se tornan tan normales que perjudican nuestra escritura y hasta nuestra imagen, cuando nos encontramos en un lugar donde asiste gente culta y preparada para hablar correctamente. Algo influye, pero no se puede decir que nuestro idioma nativo sea el origen del problema que tenemos al hablar, pues todos los países cuentan con distintas muletillas que caracterizan a sus habitantes.
Así que hablamos como paraguayos, mezclamos un poco de todo; lo mejor que podés hacer es habilitar una cajita y depositar una moneda cada vez que se te escape una muletilla, así te vas a acostumbrar a hablar mejor y, al mismo tiempo, vas a tener para tu merienda.
Por Diego Benítez (19 años)